lunes, 29 de octubre de 2018

La buena esposa


Una de las más famosas frases sin autor (a lo mejor lo tiene, no me voy a ir a google a mirarlo), es la clásica "Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer". Esta película podría darle una vuelta de tuerca que suscribirían con bastante facilidad las grandes mujeres de matrimonios longevos: "Delante de cada gran mujer hay un tío mierda"

Más allá de la estupenda interpretación de los protagonistas (en especial de Glenn Close, que carga con el peso del relato), esas dos variantes simplificadoras de un mismo cliché deberían ser el eje con el que interrogarse y responderse durante el metraje de La buena esposa.

Apenas hay intriga en esta película, el secreto no es tal para los espectadores. Así que lo que importa es el cómo y el por qué. En ambos, la película se queda corta. Los flashbacks omiten los momentos clave, aquellos en los que se toman las decisiones de calado, y las explosiones entre los cónyuges del presente, maravillosamente encarnadas en el verbo y la gestualidad de Close y Pryce, no son a mi juicio suficientemente reveladoras. No ya del secreto, sino de sus motivos últimos y más creíbles.  

A lo mejor hay que ser esposa para sobrentender lo que falta. O nos lo explicará a los hombres la gran Glenn Close cuando suba a por su Oscar.

2 comentarios:

  1. se lo lleva fijito, aparte de que se lo deben, su papel está cortado a la medida de los tiempos que corren

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