miércoles, 30 de noviembre de 2011

Paisà


Anoche soñé que volvía a Manderley…

Anoche vi la cara esculpida en pasmo de Berlusconi, el último politicastro salvaje para esa imprevisible Italia liberada al fin de Silvio por el capital que él mismo adora, y decidí sacudirme la imagen de su mutis con una película sobre la anterior liberación del país que inventó el neorrealismo y que en él sigue, a pesar del diseño.

Paisà, la película intermedia y menos mitificada de su trilogía de la guerra, reúne para el cine los cuentos de soldados y civiles de Roberto Rossellini, el autor de Roma, ciudad abierta y Alemania, año cero, de Stromboli y de Te querré siempre.

La primera película que recuerda haber visto Scorsese, el neoyorkino de Sicilia, retrata el avance de las tropas norteamericanas por Italia durante la Segunda Guerra Mundial pero, sobre todo, a un país devastado y a un pueblo desasistido y resistente. Paisà es la historia de cómo se reinventan los italianos ante un tiempo nuevo y nuevos aliados, sacudiéndose el borrón totalitario a tiros y dejando la fe para los conventos inexpugnables. Paisà está rodada como dispara un partisano, sin uniforme, sin piedad, para sobrevivir a toda costa.

En esta película de episodios (uno en Sicilia, otro en Nápoles, un tercero en Roma, el siguiente en Florencia, otro al norte de los Apeninos…) todos los norteamericanos se llaman Joe. Cuando se despliegan sobre el terreno, parecen tan perdidos como en Oriente Medio 60 años después. Cuando caminan solos entre los cascotes de Nápoles o Roma no tiene mejor ambición que emborracharse e ir de putas. Porque las guerras, cuando se filman con el blanco y negro de la miseria, siempre pintan igual.

En Paisà, los negros siguen siendo los últimos del escalafón, también en Europa y aunque pertenezcan a la policía militar. Por eso son los únicos capaces de entender la penuria sin varones de la cueva de Mergellina, mientras los soldados descendientes de italianos apelan al pueblo familiar que nunca han pisado para seguir avanzando a ciegas por un territorio de sospechas, emboscadas y sacrificio. En Paisà, las mujeres jóvenes esconden su candor bajo maquillajes que las publicitan sin belleza, los edificios renacentistas que aún siguen en pie parecen meros decorados para ocultar escombros, las galerías de arte se han convertido en atajos desoladores y solitarios, el río lleva muertos firmados por el enemigo.

Aquel año de 1946, mientras Hollywood se estilizaba en los laberintos del policíaco y miraba con edulcorado realismo hacia sus combatientes recién licenciados en Los mejores años de nuestra vida, Italia iniciaba entre las ruinas de Nápoles, Florencia y Roma una cinematografía deslumbrante que aún permanece en los altares de la cinefilia mundial. 20 años largos de cine acumulando obras maestras de la mano de Rossellini, Fellini, Visconti, De Sica, Pasolini o Antonioni, pero también gracias a Monicelli, Comencini o Risi.

Ya apenas queda nada de aquel talento, se fue espaciando y disolviendo a medida que nos acercábamos a los años ochenta yBerlusconi fundaba canales de televisión como quien quema mansiones suntuosas para guerras más privadas. Y a noviembre de 2011, descubierta la verdadera debilidad de Silvio como se descubría aquella enfermedad terminal de Rebeca, toda Italia es un Manderley llameante. Esta vez sin aliados y, lo que es peor, sin Rossellini.

(Artículo publicado en la revista Culturamas, noviembre 2011)

martes, 29 de noviembre de 2011

Hace 45 años

Hace 45 años, murió uno de los mejores actores de la historia del cine mundial. Hay muchos discursos célebres llevados a la pantalla donde los grandes intérpretes se lucen y nos ganan para siempre, pero hay que ser muy grande para hacer un discurso en un programa de variedades disfrazado de esquimal y congelarle la risa al auditorio y al espectador. Al fondo de la escena, otro actor maravilloso llamado Paco Rabal contempla muerto de asombro la exhibición del homenajeado de hoy. Pepe Isbert, para todos vosotros.

viernes, 25 de noviembre de 2011

Y fuimos a Mérida


Empieza a fascinarme esta ciudad a la que hacía 20 años que no venía y en la que voy y vengo desde hace poco con cinéfila frecuencia.

Este fin de semana he vuelvo a Mérida, a tiempo de ver las primeras películas de la sección oficial del Festival de Cine Inédito, la estupenda Milagro, del director japonés Kore-eda y la deslumbrante Las nieves del Kilimanjaro de Robert Guedigian. También tuvimos la oportunidad de conocer a la actriz María Adánez -qué mona va siempre esta chica, como suele decirse- y enseñar la exposición David y Goliat a mi amigo Dené, que ha colaborado un poco en ella.
Pero sobre todo, compartir esta pequeña aventura con mis amigos Benja y Rubén Lois, con Sheila y Raúl, con Lola y David, con Ana y Rubén y, por supuesto, pasear las calles y las imponentes ruinas romanas con Elena, la chica de mi película personal.

De las que se proyectan en pantalla y de sus cosas os contaré mañana.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Buñuel y Hitchcock

Otra pareja de la exposición que se celebra hasta el 2 de diciembre en el Festival de Cine Inédito de Mérida www.festivalcinemerida.com Con texto cortesía de Oti Rodriguez Marchante, Crítico de cine de ABC:





Buñuel y Hitchcock, cruce de venenos

Aunque lo tuvieran perfectamente planeado, iba a resultar imposible conseguir el crimen perfecto: Hitchcock nunca convencería a Buñuel para que se bebiera el vaso de leche envenenada y Buñuel sería incapaz de mancillar un dry martini con unas gotas de cianuro para acabar definitivamente con la sorna incorrecta de Hitchcock... Pero el plan estaba en marcha. ¿Cuándo?... Pues en la única ocasión en que se tuvieron realmente a tiro, durante aquella tranquila velada en Los Angeles en 1972, de la que queda el testimonio de una fotografía en la que aparecen, además de Hitchcock y Buñuel, otros gigantes como William Wyler, Robert Mulligan, Georges Cukor, Robert Wise, Billy Wilder, George Steven y Robert Mamoulian... Fue una tarde tranquila, en la que ambos se confesaron su admiración y su indefensión ante las rubias frías y las pasiones calientes, su obsesión por el vértigo de los campanarios, por una pierna cortada, por la crueldad y los sueños. Y con el sosiego de las confesiones, llegó la armonía de dos frases de diálogo:

-Bébete el vaso de leche, Luis, antes de que se enfríe.

-Sí, pero déjame que te prepare antes mi mejor dry martini

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Los dos principales sospechosos, Fernando Rey y Vincent Price, tenían una coartada perfecta: no estuvieron en el lugar de los hechos. Pero llegaron a tiempo para destruir las pruebas. Vincent Price vació el azucarero y Fernando Rey lavó la copa de cóctel.

Oti Rodríguez Marchante.

martes, 22 de noviembre de 2011

Thelma y Chus

La foto de calidad tendrá que esperar, pero aquí están, Raimunda, tus chicas favoritas, para que puedas echarles un primer vistazo:



Thelma y Chus

Una se las imagina quedando en alguna cafetería del centro, de las de toda la vida. Chus pediría un café con leche y un bollo suizo o una magdalena para mojar (le encantan, las guarda bajo llave). Y Thelma un cortadito, largo de café (al que le añadirá, sólo para alegrarlo un poco, un chorrito del bourbon que lleva en una petaca en el bolso).
A falta de nietos, hablan de directores. “Pedro me ha dado recuerdos para ti” “¿Qué tal está?” “Anda un poco mustio, como vaca sin cencerro” “Ya se le pasará, mujer””Ya le digo yo que ha perdido el lustre, que no me come””Bien hermoso que estaba, la última vez que lo vi, como Hitch””Chica, ese sí que era de buen comer””Y un poquito especial, Chus… no veas la mala uva que gastaba”.
Va pasando la tarde y de repente se ponen melancólicas. Y hablan de hombres. Chus tuvo una vez un marido que era el doble de Franco, fíjate tú qué plan. Y Thelma, otro marido que la dejó por su mejor amiga y que un día fue con la otra al desierto de Nevada, donde vivía ella. De visita, el tiparraco. Y Thelma detrás, porque, a pesar de todo, lo echaba de menos. Estaba allí Marilyn, pobre chica. ¿Son las películas o es la vida? ¿Es que no son lo mismo?
Mujeres que tienen tanto que contar, que han vivido tanto en el cine. Han sido graciosas y trágicas. Porteras y criadas. Secundarias, pero nunca segundonas. Tan auténticas que nunca pasarán de moda.
Nunca se conocieron. No hablaban el mismo idioma. Una de ellas ya murió. Pero a mí me gusta imaginarlas así: quedando un día para merendar en una cafetería de las de toda la vida. Quejándose de este dolor de piernas. Criticando con cariño a los directores (Almodóvar, Hitchcock, Berlanga, Mankiewicz, Trueba, Fuller…nada menos). Thelma preguntando por el pueblo de Chus. Chus preguntando por el barrio de Thelma. “No queda un viejo… lo que es menester es que pare ahí, en los viejos”. Despidiéndose con sonoros besos. Alejándose con pasos decididos. Eternamente divinas.

Raimunda. Cinéfila.

Ayer empezó el Festival


La VI edición del Festival de Cine Inédito de Mérida ha empezado. Toda la información en www.festivalcinemerida.com

Benjamín Lois y yo hemos puesto nuestro granito de arena en ella:

jueves, 10 de noviembre de 2011

5 metros cuadrados


Mañana se estrena una película terrible. Habla de dos personas corrientes en un mundo implacable que nos hemos inventado entre todos (algunos más que otros), en el que los bancos te lo dan y los bancos te lo quitan. En el que las ilusiones sencillas, como la de tener una vivienda agradable cerca del parque y del colegio de los hijos, se enfrentan a la realidad despiadada de los números. Los números de tu menú de boda, los de tu cuenta corriente, los números de la burbuja (la penúltima), los números de tus suegros, los números del banco.

Malena Alteiro, una empleada de sección cosmética, y Fernando Tejero, un gestor telefónico para reposición de máquinas de vending, se meten en un piso que terminará devorándoles.

La primera parte de la película, desde su espectacular arranque en el cielo de Benidorm, ese infierno en la tierra que parece Manhattan pero sin glamour, es modélica. Planes de boda, planes de la inmobiliaria, planes de los novios, planes del magnate de la construcción y del político… No hace falta aclarar qué planes prevalecen.

Después, el viacrucis: juzgados, reivindicación, apreturas, desespero… Fernando Tejero, premiado en Málaga por este papel, despliega un fascinante abanico de registros, desde la ingenuidad a la ira, mientras Malena aguanta como cualquier mujer, con una actuación igualmente precisa, hasta que la necesidad de pasar página se impone y la batalla de la dignidad se queda para un solo combatiente empecinado y peligroso.

Puede que esta película hubiera tenido que conceder en su desarrollo alguna esperanza colectiva, es demasiado real el “sálvese quien pueda” al que todos los personajes periféricos se acogen, y más cuando el desenlace sí se permite licencias de ficción para redimir al estafado ciudadano. En cualquier caso, es una película que habla de nosotros, los españoles que nos creímos instalados definitivamente en algunas seguridades.

Pero lo único seguro es que las burbujas nos estallan en la cara siempre a los mismos. Y que el número de metros cuadrados de cada uno seguirá reduciéndose. Llenad esos metros de seres queridos y leales. Toca resistir.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Maldita nostalgia


En la década de los ochenta, esa que fue cojonuda para Randy "the Ram" y para mí también, programas nocturnos como Cineclub y Sesión de noche dedicaron ciclos a muchos intérpretes y directores que son auténticos iconos del cine de todos los tiempos. Por ejemplo:

Marilyn Monroe: "Los caballeros las prefieren rubias" (1953) de Howard Hawks, "Niágara" (1953) de Henry Hathaway, "Como casarse con un millonario" (1953) de Jean Negulesco, "Me siento rejuvenecer" (1952) de Howard Hawks, "Río sin retorno" (1954) de Otto Preminger, "La tentación vive arriba" (1957) de Billy Wilder, "Bus Stop" (1956) de Joshua Logan, "El príncipe y la corista" (1957) de Laurence Olivier y "El multimillonario" (1960) de George Cukor.

Luis Buñuel en México: "El bruto" (1953), "Él" (1952), "Abismos de pasión" (1953), "Nazarín" (1958) o "El ángel exterminador" (1962).

Marlon Brando: "Hombres" (1950) de Fred Zinnemann, "Un tranvía llamado deseo" (1951) de Elia Kazan, "¡Viva Zapata!" (1952) de Elia Kazan, "Julio César" (1953) de Joseph L. Mankiewicz, "La ley del silencio (1954) de Elia Kazan", "Sayonara" (1957) de Joshua Logan, “El baile de los malditos” (1958) de Edward Dmytryk, "Rebelión a bordo" (1962) de Lewis Milestone, "La jauría humana" (1966) de Arthur Penn, "Queimada" (1969) de Gillo Pontecorvo o "El último tango en París" (1972) de Bernardo Bertolucci (5 de abril de 1988).

Sesión de tarde también programó ciclos en las tardes de los domingos, como el de Charles Chaplin, emitiendo todas sus películas como director, actor y guionista: "La cabalgata de Chaplin" (1916), "El carnaval de Chaplin" (1917), "El festival de Chaplin (1917), "Armas al hombro" (1918) y otros cortos. Y después "El chico" (1921), "Una mujer de París" (1923), "La quimera del oro" (1925), "El circo" (1927), "Luces de la ciudad" (1931), "Tiempos modernos" (1936), "El gran dictador" (1940), "Monsieur Verdoux" (1947), "Candilejas" (1952), "La condesa de Hong Kong" (1966) y "Un rey en Nueva York" (1957).

También compareció Buster Keaton, con títulos como "El moderno Sherlock Holmes" (1924) o "Siete ocasiones" (1925) y Rita Hayworth, con "Gilda" (1946) de Charles Vidor, "La dama de Shangai" (1948) de Orson Welles (26 de abril de 1984), "Salomé" (1953) de William Dieterle o "Pal Joey" (1957) de George Sidney.

En el programa Mis terrores favoritos, Ibañez Serrador se ocupó de programar, entre otras muchas, "La semilla del diablo" (1968) de Roman Polanski (12 de octubre de 1981), "Drácula" (1958) de Terence Fisher, "El fotógrafo del pánico" (1960) de Michael Powell , "Psicosis" (1960) de Alfred Hitchcock, "No profanar el sueño de los muertos" (1974) de Jordi Grau, "Los crímenes del museo de cera" (1953) de André De Toth, ¿Qué fue de Baby Jane?" (1962) de Robert Aldrich, "La invasión de los ladrones de cuerpos" (1956) de Don Siegel, "La noche de Walpurgis" (1971) de León Klimovsky, la parodia del género "Abott y Costello contra los fantasmas" (1945), "La residencia" (1969) de Narciso Ibáñez Serrador, "La escalera de caracol" (1946) de Robert Siodmak, "Suspense" (1961) de Jack Clayton, "La mosca" (1958), ", "El héroe anda suelto" (1970) de Peter Bogdanovich, "39 escalones" (1935) de Alfred Hitchcock, "La momia" (1932) de Karl Freund, "El increíble hombre menguante" (1957) de Jack Arnold, "El fantasma de la ópera" (1943) de Arthur Lubin, "El estrangulador de Rillington Place" (1970) de Richard Fleischer, "La mujer y el monstruo" (1954) de Jack Arnold y "Los pájaros (1963) de Alfred Hitchcock.

Y en "Cine de medianoche", con la hilarante excusa de ponernos cachondos, TVE emitió en las madrugadas de los viernes de 1985 y 1986, "Deliverance" (1972) de John Boorman, "Cuentos inmorales" (1974) de Valerian Borowicz, "Portero de noche" (1974) de Liliana Cavani, "El diputado" (1978) de Eloy de la Iglesia, "Y Dios creó a la mujer" (1956) de Roger Vadim, "El imperio de los sentidos" (1976) de Nagisa Oshima, "Buscando al Sr. Goodbar" (1977) de Richard Brooks, "La gran comilona" (1973) de Marco Ferreri, "Pepi, Luci y Bom... y otras chicas del montón" (1980) de Pedro Almodóvar, "Performance" (1969) de Nicholas Roeg, "El muro" (1983) de Alan Parker, "La vía Láctea" (1968) de Luis Buñuel o "Las mil y una noches" (1974) de Pier Paolo Passollini .

Recuerdo también ciclos dedicados al musical, al cine italiano o al cine de Roger Corman, pero no os quiero aburrir. Es sólo una pequeña muestra de la forma de programar de un tiempo mítico para el cinéfilo avezado (y un poquito mayor).

No me importaría que ese tipo de cine desapareciera de la televisión (entonces no existía el dvd), si con criterio de calidad similar, la televisión programase el mejor cine reciente de los maestros hollywoodienses, europeos, asiáticos o africanos. Pero de eso nada. Sólo la 2, con una dignidad triste, emite una europea de las últimas, una española de interés y un clásico americano por semana. The rest is silence.