domingo, 8 de febrero de 2015

Déjà vu con la Gala

Todos los años extraemos de este evento parecido balance al que se hace el uno de enero sobre las emisiones de Nochevieja: la Gala de los Goya no funciona.

La Academia persevera en sus errores habituales y esto no lo arregla un presentador u otro (Rovira estuvo bien a ráfagas, como pasa siempre en estos eventos tan largos y resultó peor showman que monologuista, cosa predecible).

Lo que no entienden en la Academia de Cine ni en TVE (empiezo a pensar que jamás llegarán a entenderlo), es que la gala debe ser un spot de tres horas del cine español. Mientras sigan pensando que esto es principalmente una entrega de premios y que eso es suficiente para divertir a la audiencia y animar al día siguiente la taquilla, todo seguirá como hasta ahora.

Pondré un ejemplo que lo resume bien: Se vendió más tiempo Miguel Poveda en pantalla que ninguna de las películas, de las que emitieron fragmentos de apenas un segundo cada vez que estaban nominadas en alguna categoría. El momento más idóneo para promocionarlas, que se repitió una y otra vez durante 200 minutos de emisión, y que fue absolutamente desaprovechado.

Otro ejemplo: Desde que el premiado se entera de que lo es, hasta que llega al atril (mientras la voz en off de TVE comenta sobre la categoría, la película y el ganador), parece obvio que una vez vista su cara de alegría y el primer beso, puede reservarse una pequeña ventana a lo que hace camino del escenario (salir al pasillo, más besos, bajar por las escaleras,…) y meter entre tanto a toda pantalla escenas de la película o (como poco) de esa persona premiada trabajando en ella, en algún momento importante de la película dónde luzca ese trabajo o luzca la película.

El CINE debe ser más protagonista que los diferentes ganadores (solo las categorías de interpretación conectan a fondo con el espectador) y por eso hay mucha imagen sobrante de gente que viene y va, salvo que tengan el Goya en la mano y lo agradezcan breve y sentidamente.

Por eso mismo, creo que las galas necesitan menos “resistirés” y más montaje de vídeo (el que abría la gala se desperdició con el protagonismo otorgado a Ana Belén primero y a todos los que se le sumaron después):
– Vídeo con el cine español del año.
- Mejores vídeos de lo que viene en 2015. Los que pusieron mostraban, pero no vendían.
– Para los inmemoriam, ya es hora de que alguien les haga ver que a los actores que están en el corazón de todos (Angulo, la Baró y unos cuantos más), no se les puede despachar en foto fija como a un figurinista o un jefe de prensa. Hay que despedirles mostrándolos en acción, encarnan la emoción del cine.
– Para entrar en el apartado musical (Alex O’Dogherty funcionó bien el primer año que intervino pero en cada nueva edición está más perdido), el momento pide otro vídeo con grandes escenas de cine español y una banda sonora reconocible a todo trapo.

En fin, que solo el vídeo de Banderas tuvo cierta fuerza (el que abría la Gala quizá también, pero ya digo, me lo taparon los “cantantes” que fueron llenando el escenario). Aunque para mi gusto el vídeo del malagueño abusó del material norteamericano de su filmografía. No es que hubiera prescindido de él, pero lo habría equilibrado más respecto al de su carrera aquí.

Y ya que estamos, Banderas podía haber leído el discurso de González Macho, para que lo entendiéramos, y luego dar unas gracias breves y naturales al recoger su Goya. Ambos momentos habrían ganado notablemente. (Antonio, hijo, Los Goya no son el lugar idóneo para leernos el borrador de tus memorias).

En fin, un no acabar, en el que los aciertos se diluyen entre el guión atropellado, la realización mal enfocada, los números mal elegidos y los agradecimientos ramplones o desproporcionados.

Para agradecimientos, me quedo con el rondo que dedicó el presidente de la Academia a cuanto país extranjero tenía representación en la platea, por dar a su cine la importancia que merece. Fue el mejor dardo de la noche, aunque la dicción en todo el discurso fuese muy, pero que muy mejorable. 

Lo demás, ya digo, un “déjà vu”. Incluyendo este post.

jueves, 5 de febrero de 2015

No veo estrenos (Parte 1)

Es así, a qué engañarnos. Llevó una racha que me impide ir a los cines a ver lo último. Pero a veces parece interesante rescatar lo que hace muy poco también era lo último y no hubo tiempo de deconstruir. Puede que solo sea un modo de consolarme, porque la gente quiere saber si, en opinión del amigo bloguero, merece la pena lo que está ahora en sala. Pero ya me reengancharé a la actualidad. Y entretanto, ahí van estas opiniones menos frescas, por si estáis pensando DVD sí o DVD no: 


STOCKHOLM es una película pequeña, hábil, elegante y sobrevalorada.
Un planteamiento sencillo que atraviesa tres escenarios, una azotea y algunas calles de la madrugada, sirve para transitar por un amor rápido y desgraciado. Su fortaleza es su textura, dos actores adecuados (en especial ella) y un giro inesperado pero lógico en el planteamiento narrativo inicial, guionizado con coherencia y suficiente nervio. Nada más y nada menos. Lo inusual de la propuesta, que hace de la parquedad presupuestaria virtud, la convirtió en el "tapado" del año. No es para tanto. No es para menos.


¿QUIÉN MATÓ A BAMBI? Comedia loca que no alcanza la locura deseable (el peyote es un recurso fácil), entrecortada de ritmo, hallazgos y bobadas, se quedó en un intento mal rematado, aunque el arranque, el taxista, Carmina y el porrazo final la salvan de un suspenso cruel pero merecido.