miércoles, 27 de septiembre de 2017

Más de lo mismo


De estreno cercano o acabando el rodaje: Sólo se vive una vez y El increíble finde menguante.

A lo mejor son divertidísimas, pero los títulos me parecen reveladores de un mal que no decae: Ser la cara chusca de la industria norteamericana, por el convencimiento de que no se puede ser otra cosa.


martes, 26 de septiembre de 2017

Intérpretes fulgurantes 1: Laura del Sol


Hace poco volví a admirar su talento viendo Carmen.

Laura del Sol. La bailarina carnal de los dos grandes musicales de Saura, que le aguantaba el tipo a Gades (y en el flamenco era como aguantarle a Astaire bailando claqué); la compañera de caminos de José Sacristán en El Viaje a ninguna parte, con la Ponte, Juan Diego y Fernán Gómez; la miliciana descarada y generosa de Las bicicletas son para el verano; la chica de The Hit, esa rareza molona y sureña de Stephen Frears, con Stamp, Hurt y Roth; la puta velazqueña de El rey pasmado, inolvidables aquellas calzas rojas acentuando la blancura de una desnudez creada para pasmar reyes.

La década de los 80 fue la de Laura del Sol, que además de revalorizar el baile en pantalla grande y codearse con repartos irrepetibles, tuvo la ocasión de trabajar con directores como Saura, Fernán Gómez, Tornatore, Monicelli o Frears.

Se casó con un francés y desapareció de escena. Sigue en esto, pero aquí ya rara vez se la volvió a ver el pelo. Quizá sea mejor así. Se ahorró la carcoma, la telemierda y lo demás.

Un zapateado en su honor. 
Aunque sea martes y sea en España.

jueves, 21 de septiembre de 2017

El Bar



De La Iglesia le pasa lo que a Ridley: Tiene un par de obras maestras y todo lo demás que hace lo medimos en relación a El día de la bestia y La Comunidad.

Es injusto, Alex, pero es lo que hay. Si te sirve de consuelo, no todos los cineastas dejan perlas imperecederas en la vitrina.

Veamos que más hace este director: Películas de arranque vigoroso, desarrollo chulo pero en descenso y un último tramo de desbarre que les pone el borrón, aun siendo notables. En ese lote podemos colocar fácilmente a Balada triste de trompeta y a  Las brujas de Zugarramurdi (que a mí me encanta hasta que aparece Venus).

Películas coherentes de principio a fin, pero fallidas, por malas o por decepcionantes: Muertos de risaCrimen Ferpecto800 balas y El Bar.

El Bar tiene tres debilidades evidentes: La sobre-explotación del personaje mendigo, la explicación de la premisa (Los pájaros, hombre, Los pájaros) y la búsqueda suicida de una coherencia interna que le sienta a este cineasta como a un santo dos pistolas.

Por eso las buenas sensaciones duran menos que otras veces, los bajones de ritmo se notan más, el desenlace se hace demasiado largo. Con todo, el tinglado aguanta porque el director rueda con nervio indudable y edita lo rodado sacando oro hasta de la mierda.

Tiene otra en cocinas (Perfectos desconocidos). Si esa no entra en el selecto club de sus obras maestras, Alex De La Iglesia debería parar después a leerse unos cuantos guiones ajenos. 

Pero si entra, también.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Las dos últimas de un adaptador de best sellers


Me he visto las adaptaciones al cine de El guardián invisible y Palmeras en la nieve, esforzadas producciones que parten de sendos éxitos lectores, con lo jodido que ya va estando que te lea nadie. Haber publicado una novela recientemente pone las cosas algo más difíciles, porque los peros pueden parecer interesados. Pero allá cada cual, seguramente quien lea esto ni sabe que yo publico en papel, o apenas le importa. Vamos al lío.

He leído la novela de Dolores Redondo, primera de su trilogía del Batzán, de la que lo bebe todo la película El guardián invisible, empezando por el título. No he leído, en cambio, Palmeras en la nieve, la novela de Luz Gabás que propició una película inmediatamente anterior, dirigida por el mismo Fernando González Molina. Aún así, ver ambas adaptaciones me ha dejado la impresión de que la historia de El guardián invisible debió mejorarse notablemente con el trabajo de guión, mientras que el guionista de Palmeras en la nieve, por el contrario, dejó demasiada novela sin contar.

Lo que quiero decir es que El guardián invisible es una novela con carencias notables y trasladarla con fidelidad las evidencia todas. La producción destaca (en especial las localizaciones, la fotografía, la dirección artística), pero a un casting irregular hay que añadir la cantidad de diálogos meramente informativos que se desgranan en pantalla. El Batzán es hermoso, Elizondo también, el rumor del agua, el bosque, la niebla,… todo luce inquietante y telúrico. Pero esa fuerza no se traslada a la pantalla hasta que la madre anciana asoma la patita, casi al final. A partir de ahí, la película adquiere el pulso (ritmo, tensión, puesta en escena), que debió tener desde su inicio. Mucho antes de esa violencia bien rodada, un buen guión habría desarrollado mejor a la tercera hermana, a la tía, no digamos a los hombres de la historia. Tal y como queda, todo es demasiado tópico, demasiado plano. Y González Molina y su guionista parecen fiar en la adaptación de las dos partes restantes para tapar los huecos, perfilar pasiones y traumas, ganar en intensidad y sorpresa. Veremos.

Con Palmeras en la nieve diría que el problema es inverso, que la novela daba para mucho más, que el guionista ha sacrificado información valiosa del propio libro, dejándolo en pura peripecia exótico-romántica de bajo vuelo.

En pantalla, nadie pone en antecedentes al espectador (en el barco que les lleva a Fernando Poo, a través del personaje de Emilio Gutiérrez Caba una vez en tierra), sobre qué hace España en Guinea y cómo. Tampoco sabremos nada del deterioro en la vida colonial y sus razones, más allá de un cruel basiquito (impecable Luis Callejo, como siempre), unos blancos puteros y un par de frases nativas entre lo naif y lo filosófico, eso sí, muy resultonas.  

A pesar de la música, de la hermosa Berta Vázquez y del paraje guineano abrumador, la ambientación escrupulosa de los escenarios en dos épocas, la banda sonora emotiva, etc. todo queda como una serie de TV abreviada para cine. Si de verdad fuese una serie, mi crítica sería otra en lo formal, aunque el guión siga necesitando aclaraciones y puntos de vista menos académicos. Realizada para la pantalla grande (donde, por cierto, alcanzó enorme éxito), me parece tan bien fotografiada y tan plana de realización como El guardián invisible.

González Molina sabe manejar grandes presupuestos, pero necesita mejores guiones y mejores montadores. Mientras eso no cambie, me temo que será un adaptador funcional de best sellers. A lo que parece, el mejor disponible.


viernes, 1 de septiembre de 2017

El regreso

He vuelto después de semanas de desconexión absoluta (literalmente, puesto que estoy sin móvil desde mi último viaje transoceánico) y mientras pasaba el tiempo "del corazón a mis asuntos", han fallecido gentes de valía como Terele Pávez, Basilio Martín Patino o Jerry Lewis.

Agosto siempre ha sido un mes perro para los profesionales del cine. Pero éste ha sido especialmente cabrón. Buen viaje a los talentos que nos han abandonado.

De los estrenos más recientes y algunas repescas septembrinas hablaremos en breve.