miércoles, 26 de mayo de 2010

mientras rematamos nuevos davides y goliates

Jack, de Marañón

Nadie es perfecta, de Lois

Vértigo de Marañón


Marx brothers, de Lois



Indi, de Marañón




La Garbo, de Marañón


La Bergman, de Lois


Aquí van algunos históricos de Lois y Marañón, para amenizar la espera.
Esperamos que os gusten.

David lanza una piedra certera


Cortesía de mi amigo David, que incluía instrucciones precisas:
"Para un post fácil y rápido y, sobre todo, malo":

DAVID Y GOLIAT

La maestra pregunta a Pepito:
- ¿Cómo mató David a Goliat?.
- Con una moto.
- ¿Cómo con una moto?. Será con una honda.
- ¡Ahhh!, ¿pero quería usted la marca?.

viernes, 21 de mayo de 2010

Las extrañas aplicaciones del Musical

¡Ay..., qué sorpresa de los años 40 para anunciar una ensalada que no aparece por ninguna parte!. Pero merece la pena recordar esta fórmula de trío cantarín en "el granero de Dorothy", convirtiendo un stándar hollywodiense de la época en un maratón surrealista de tres minutos, sin efectos especiales, ni digitales, ni leches.
Va por la sobrina, que quería un post gamberro desde hace tiempo.

miércoles, 19 de mayo de 2010

CULTURAMAS. La revista kamikaze.


El otro día estuve en la presentación oficial de un proyecto en la red que va a dar guerra.
Parece suicida dedicarse a informar y comentar sobre cosas aparentemente elitistas o minoritarias como los cuentos, la poesía, el teatro, la novela, la literatura infantil, el cómic o el cine en un escenario en el que Belén Esteban o Paris Hilton acaparan los clics del internauta, las horas del televidente y las páginas de medio kiosco.
Pero no hay mejor manera de empezar una historia bizarra que asumiendo los principios de aquella aldea gala: sólo un grupo de irreductibles resiste ahora y siempre al invasor.
Como no me llevé a la sobrina, no puedo daros la versión glam del sarao, pero si adelantaros que Culturamas tiene la vocación de convertirse en revista cultural de referencia y empuje y talento suficentes para lograrlo. De hecho, suman ya más de 70 mil visitas y han fichado a un nuevo crítico de cine que va a dar cañita… Con o sin él, os la recomiendo encarecidamente.

martes, 18 de mayo de 2010

Mus’t Awards

El lugar: el edificio Telefónica (¿o ya lo tenemos que llamar Movistar?). Hora: las 20.00. Motivo: entrega de premios de Mus’t Awards. Para ponernos a tono, os contaré que Must es una revista de formato digital de moda, música, cine… un popurrí de cosas glamurosas. El caso es que no está mal, y la de este último mes se la han currado, haciendo 12 portadas diferentes y 12 sesiones de fotos a unos cuantos artistas. Entre ellos, nuestra Carla. ¡Madre mía! Cuanto glamour y sensualidad se reflejan en esas fotos.
Pero lo que fue el festejo de su primer aniversario… nos dejó un poco chafadas.
Nada más llegar, me sentí como una maleta en un aeropuerto: pasamos de mano en mano por todo el edificio hasta llegar a la zona del photocall. A mi aquello me recordó la cola de un baño. Todos allí apiñaitos, esperando el turno para pasar y con espejos donde retocarse. Una vez iban saliendo a la sala, presentados y diciendo de quienes eran los trapitos que llevaban, iban a una especie de mini escenario en el que hacerse las fotos. Bastante mal iluminado, todo sea dicho. Y de ahí... pues pasaban a la selva de periodistas, todos por la sala de un lado a otro, hablando con unos y con otros... allí había un batiburrillo que no he visto en ningún otro evento. De hecho, el photocall debe estar al entrar en el lugar. Eso si, una gran convocatoria de gente y de medios. Aunque no sé si el que apareciera fue hecho con un poco de trampa… Me reservo un poco…
Lo que fue la gala, pues mal montada también. El presentador estaba en un foso, con todos nosotros mirando desde arriba. Y hacer un Play back en una gala con todos tus compañeros de profesión me parece echarle unas narices enormes al asunto. Y eso fue lo que hicieron el grupo Venus (muy monas vestidas, eso si. Me enamoré de sus corsés de los Kiss, Guns n Roses y Metallica). Pero este numerito musical nos lo solucionó al final de la gala Soraya con su gran voz. Me dejó impresionada, tanto con lo feo de su vestido, como con lo increíble de su voz.

La gala terminó dando un premio a la mejor vestida de la noche… pero aquí creo que también hubo un poco de tongo. No es por nada, pero como Carla, ninguna. De hecho la que ganó, Macarena Gómez, llevaba un vestido con bastante parecido al de mi acompañante. Y por lo visto le habían ayudado en la revista a escoger vestido, y eran los de la propia revista los que daban el premio. ¿No os parece un poco extraño?

Pero bueno, el resto de los premiados: Soraya: mejor portada; Vega: mejor canción; Bustamante: mejor cantante; Amaya Salamanca: mejor obra de teatro; Se lo que hicisteis: mejor programa de entretenimiento; La pecera de Eva: mejor serie de televisión; Luis Fernández: revelación; María Castro: mejor actriz; Yon González: mejor actor.

Faltaron premios por dar y me pregunto por qué… ni al mejor comunicador, ni al mejor modelo, ni al videoclip… pues eso, cutres hasta para eso. Esperemos que el año que viene se lo monten mejor.

A las 21.30 ya estaba todo acabado. Suponemos que la gente se quedaría allí tomándose unos tintos de verano y unas sangrías en lata (que dejaban mucho que desear), pero Carla, Elena Ballesteros, su amiga y yo, que habíamos visto la gala juntas, decidimos que aquello no era para nosotras. Así que nos fuimos a cenar picar algo. Fue una cena divertida. Juntad a cuatro mujeres y no dejaremos títere con cabeza: ni a suegras, ni ex, ni actrices, ni catalanes… pero nada, todo entre risas muy sanas.

Una agradable velada en la que pude ver de nuevo a gente interesante, guapa, simpática y hasta pude ver los abdominales del Busta en persona (que en petit comité, a la espera de entrar en el photocall si que se levantó la camiseta… y yo no pude evitar mirar)… si es que el glamour es increíble.

La Sobrina

viernes, 14 de mayo de 2010

Esto no puede seguir así

Esto no puede seguir así, lo sé. Me he demorado demasiado al no escribir nada en todo este tiempo sobre el evento del año. Por lo que, en primer lugar, pido perdón. Pero no os preocupéis que la sobri viene de rebajas: 2x1. No solo comentaré sobre nuestro circo particular, sino también sobre el circo de los artistas que se reunieron en la última gala de premios. Aunque todo a su debido tiempo, claro. No nos vayamos a atragantar.
¿Qué deciros sobre la presentación del pequeño gran libro? Realmente creo que no puedo ser demasiado objetiva, pero en fin, nadie me lo pide. Incluso se prefiere todo lo contrario, así que diré que fue estupendo.

La cosa comenzó en una pequeña sala llena de libros, con grandes cristaleras, por lo que podía pensarse que éramos como peces lectores en una pequeña-gran pecera. Escuchar a mi tío desvelar gran parte del libro resultó ameno, y la verdad es que consiguió hacernos reír unas cuantas veces e incluso enternecernos al hablar de sus niñas, que allí estaban para darle una sorpresa al papi.

Resultó una agradable velada en la que me reencontré con lectores asiduos del blog, que me hicieron de nuevo sentir alguien interesante, así que de nuevo: gracias. Encantada además de conocer al “anónimo” que aquel mismo día se había decidido a escribir en él y a Alberto Granados, que se nota que es un maestro de la entrevista y conoce al Marañón. Pero vamos, lo que más encontré por allí fueron una gran cantidad de familiares, lo cual me resultó un poco como una reunión de esas navideñas. Pero había varias cosas buenas añadidas: el picoteo y el bebercio fue todo a costa del tito y no del bolsillo de los demás… y hacía un tiempo estupendo.

No puedo decir cuántos libros firmó ni vendió (eso si quiere que nos lo escriba) pero sí sé que estuvo realmente acaparado. Parecía una gran estrella mediática… ¡si hasta tuvo entrevista ante la cámara!
No puedo terminar estas líneas sin dar gracias a mi acompañante de la noche y del look: El "sobrinísimo", que aun estando lejos vino a pasar la velada con nosotros y que luego me llevó a tomar unos ricos mojitos. En fin, tuvimos los filósofos oportunidad de filosofar, reír, recordar algo de biología y cuales eran nuestros cromosomas, alardear de haber leído grandes obras… en fin, que lo pasamos en grande al lado de un grande.

Tanto, que si pasáis ante la biblioteca nacional podéis ver su nombre en letras naranjas: MARAÑÓN. (siento no adjuntar fotografía, pero es por respeto a Don Gregorio). Con vuestro permiso, me despido. Y lo dicho, os vais leyendo esta crónica y en muy poquito os cuento mi paso por el photocall de los premiso Mus’t Magazine. La Sobrina.




miércoles, 12 de mayo de 2010

Robin y Alicia: Antes y después de los mitos.

Hollywood es cada día más ecológico: recicla que da gusto. Y además, ahora los bosques calcinados, los castillos a tomar y los mares teñidos de sangre se pintan en digital. Lo dicho, conciencia ante el deterioro del medio ambiente. Aunque alguien me tiene que explicar qué hacen con las gafitas 3D que recogen a la salida y tiran a un contenedor ¿Se reutilizan? ¿Acaban en un vertedero de la Ántartida? ¿Sirven para combatir la solanera de los campamentos saharauis? En fin, no nos vamos a poner ahora en plan Robin en el país de las maravillas. Lo que importa es cómo va el negocio y cómo responde el público al “lava más blanco” de un detergente que ya dijo hace años que “más blanco no se puede”. A los títulos acompañados de un 2 (Iron Man), 3 (Las crónicas de Narnia), 4 (Shrek, Piratas del Caribe),… de las franquicias cinematográficas que estrenan con 600 copias y barren de las salas cualquier producción humilde, lograda o fallida, se han incorporado los comienzos o precuelas y los epílogos. O sea, Robin Hood y Alicia. Con Scott y Burton dándole tono al pack correspondiente.


Y el resultado es inversamente proporcional a la ambición del firmante. Burton quiere ser Burton sin molestar a Disney y se la pega. Scott sabe que tiene un producto comercial que resolver y lo clava. Ambas películas han buscado la parte no contada del mito. Robin antes de ser Hood. Alicia después de ser Alicia. Y eso da ciertos márgenes a los guionistas, pero les expone a decepcionar al seguidor exigente de cada personaje. Por eso, en Alicia, los que aguantan la película son los más fieles a su carácter original (la reina roja, el sombrerero) y en Robin, los momentos más afines al espíritu de la historia de siempre (la astucia de la suplantación, la pericia del arquero) se elevan sobre lo demás. Los mitos no necesitan reinventarse, sino renovarse. Para eso son mitos. Y vamos a desengañarnos: ¿Cuántos de los espectadores potenciales de estas películas han visto las versiones anteriores? ¿Qué necesidad hay de inventarse partes de la historia que no alcanzan la genialidad primera?
Ser fieles al personaje y su peripecia no implica hacer un ejercicio de calco o, como en aquella moda terrible y efímera, colorear películas de blanco y negro en tonos pastel, sino adecuar la historia a un nivel técnico que ofrece mayores posibilidades, poner actores hoy populares y meterle un ritmo que compita con todo el audiovisual disponible en esta generación hiper-cableada. Scott, inventando la mayor parte de la biografía de Robin, se acerca mucho más a este planteamiento que Burton recuperando a Alicia el día de su pedida de mano. Robin vuelve a ser valiente y generoso, pícaro y audaz, ladrón y caballero. Su causa siguen siendo los oprimidos y sus enemigos el rey y los pelotas que le cercan. En cambio, Alicia ha dejado de fascinarse y participar con la alocada lógica interna de sus sueños para convertirse en el paladín indeciso de una guerra con bandos que a Carroll le pondría la leche verde.


Para ir terminando, ya lo dice un amigo ruso: “Con los mitos solo caben dos opciones rentables, adorarlos o joderlos”.

Scott o Burton.

martes, 4 de mayo de 2010

Irrepetibles: Blade Runner


Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión..., he visto rayos D brillar en la oscuridad, cerca de la puerta de Tannhäuser. Todos... esos momentos... se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia... Es hora de morir...

¿Sueñan los androides con hacer películas?
Los cinéfilos más avanzados - es decir, la versión Nexus 6 de cinéfilos - coinciden en establecer tres películas clave en la progresión narrativa del séptimo arte según Hollywood: La primera, El nacimiento de una nación, donde el cine se demostró capaz de contar historias espectaculares. La segunda, Ciudadano Kane, donde exhibió sus aptitudes para construir historias complejas. Y la tercera, Blade Runner, donde pulverizó todas las marcas y consiguió filmar historias realmente intemporales.

Acababan de empezar los ochenta, la penúltima y más lujosa década del atroz siglo XX, pero el milagro pudo haber sucedido hoy o en el año 2019. Ridley Scott, el primero de los directores publicitarios que coparían la industria del cine desde entonces con desigual resultado, escogió una novela mítica de la ciencia ficción escrita por Philip K. Dick y la trasladó a la pantalla. Aunque el estudio no consideraba el proyecto demasiado comercial, Scott tenía fundadas razones para llevarlo a cabo: contaba con Harrison Ford, el actor más taquillero de todos los tiempos, con la hermosa Sean Young en estado de gracia, con Rutger Hauer en su versión más elegante y sideral, con la joven Daryl Hannah, el camaleónico Edward James Olmos y unos cuantos secundarios infalibles. Y además, un guión conciso como la buena poesía; un escenario prodigioso, la ciudad de Los Ángeles del 2019, gótico y postmoderno, nocturno, lluvioso y abigarrado como nunca antes se había visto; un equipo artístico inspiradísimo liderado por Syd Mead y Douglas Trumbull, que diseñaría -entre otras muchas joyas- los paraguas luminosos, las gabardinas transparentes y el inolvidable anuncio de Coca-Cola, esa pócima inmortal. Pero, sobre todo, Ridley Scott tenía lo imprescindible: su talento intacto.

El argumento ya es patrimonio de la Humanidad: “A principios del siglo XXI, la Tyrrell Corporation desarrolló un nuevo tipo de robot llamado Nexus. Un ser virtualmente idéntico al hombre y conocido como Replicante. Los Replicantes Nexus 6 eran superiores en fuerza y agilidad y al menos iguales en inteligencia a los ingenieros genéticos que los crearon. En el espacio exterior, los Replicantes fueron usados como trabajadores esclavos en la arriesgada exploración y colonización de otros planetas. Después de la sangrienta rebelión de un equipo de Nexus en una colonia sideral, los Replicantes fueron declarados proscritos en la Tierra bajo pena de muerte. Brigadas de policías especiales con el nombre de Blade Runners tenían orden de tirar a matar al ver a cualquier Replicante invasor. A esto no se le llamó ejecución. Se le llamó retiro”.

A partir de aquí, Rick Deckard inicia a regañadientes la persecución de cuatro Nexus 6 que han llegado a los Ángeles para conocer a su creador. Leon Cowalsky, el primero en sufrir el test de Voigt-Kampff; la pelirroja Zhora de pechos perfectos, encantadora de serpientes artificiales; Roy Batty (Rutger Hauer), “ejemplar de combate, autosuficiencia óptima, probablemente el jefe”; y su compañera Pris (Daryl Hannah), “el modelo básico de placer”. Cuatro “pellejudos” vagando por una ciudad en ebullición donde cada ser humano -si alguno queda- sueña con largarse a las colonias del mundo exterior, mientras ellos buscan recuerdos, respuestas, compasión o venganza, demostrando más humanidad que quienes les dieron vida.

Deckard les sigue los pasos y va descubriéndolos uno a uno, vigilado por Gaff - Edward James Olmos-, otro Blade Runner que habla en 20 idiomas y construye figuritas de papel. Su investigación es un viaje sin retorno hacia la verdad. La de si mismo y la del tiempo que le ha tocado vivir. Por el camino, analiza escamas y fotografías, come tallarines, sufre palizas y se enamora de Rachael, hermosa, eficiente... y Replicante.

Al fin, encuentra a Roy y se enfrenta con él a vida o muerte. La historia extraoficial cuenta que los actores no se entendieron, hasta el extremo de que Harrison no estuvo presente para dar la réplica a Rutger Hauer en la escena de su agonía. Gracias a este desplante, surgió uno de los monólogos más hermosos de la historia del cine. Una improvisación que Hauer propuso a Scott para robarle protagonismo a su oponente. La rúbrica la puso el vuelo de una paloma.
Quién haya leído ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, la novela de Philip K. Dick en la que se basa Blade Runner, se hará la misma pregunta que nosotros: aquella paloma... ¿era obra de la Naturaleza o de la Tyrrell Corporation?

Versiones de una obra maestra.
La versión del director, comercializada veinte años después, difería en tres aspectos de la primera y modificaba notablemente el resultado. En primer lugar, eliminaba la voz en off de Deckard. Las reflexiones apuntadas por el protagonista imprimían a la narración un sabor inequívoco a cine negro que contrastaba –a mi juicio brillantemente- con el escenario futurista del argumento. Pero además, resolvían cualquier incógnita que pudiera distraer al espectador y, sobre todo, suavizaban las acciones del Blade Runner dotándolo de conciencia. Algo que iba en contra de la visión de Scott. El segundo cambio del director se producía al incluir una secuencia nueva estrechamente relacionada con el desenlace. En ella, Deckard soñaba con un unicornio. De este modo, al recoger a Rachael de su piso y encontrar el último monigote de papel abandonado en el rellano, no sólo descubría que Gaff estuvo allí. Comprendía además que él mismo era un Replicante, pues la figura de papel era la de un unicornio. ¿Y cómo podía nadie saber qué soñaba Deckard, salvo que la Tyrrell Corporation estableciese de antemano los sueños posibles de sus robots, como lo hacía con sus recuerdos? El tercer cambio, lógicamente, consistía en eliminar el final abierto (y razonablemente feliz) en el que Rachael y Deckard escapaban libres, dispuestos a compartir el tiempo que les quedase de vida: “Yo no sabía cuánto tiempo estaríamos juntos. ¿Quién lo sabe?”.

De este modo, Ridley Scott apostaba por una película distinta, que reservaba su mejor carta para un desenlace sorpresivo pero coherente, más acorde con el espíritu de la novela original, más desesperanzado, más terrible. Ahora, los ejercicios de papiroflexia de Edward James Olmos adquirían su verdadero significado - aunque, a decir verdad, habían funcionado bastante bien en la primera versión como simple gag - y la ausencia de reflexiones morales en off por parte del protagonista cobraba también sentido, porque los androides carecen de la capacidad para apreciar la existencia o la desaparición de otro ser, salvo la de aquellos que pertenecen a su propia especie. Aquellos por los que llora Roy y aquellos a los que es capaz de salvar, mientras Deckard, que no tiene la certeza de que los Replicantes son su propia gente hasta el final de la película, lamenta inconscientemente su eliminación.

En definitiva, la versión del estudio es la historia de un ser humano que se resigna a buscar la felicidad siguiendo las reglas de un mundo dominado por la ingeniería genética. Mientras que en la versión de Scott, Blade Runner es la historia de un mundo en el que la felicidad misma se ha convertido en ingeniería genética. Y por eso su representación se parece tanto a la desdicha.


domingo, 2 de mayo de 2010

Que se mueran los feos: fealdades en una historia bonita


Un pueblo de espectacular belleza que apenas se explota en pantalla. La historia ya sabida de un feo con buen corazón que necesita ser amado, pero sufre la crueldad innecesaria, a veces inexplicable, de algunos de sus convecinos. Un grupo de amigos bastante entrañable y patético, también convecino, que a veces suma y a veces resta. Un personaje de oro, esa Machi que con la verdad por delante permite a los demás replantearse sus mentiras, pero que tiene un marido inocuo, en papel y en pantalla. Un viejo pariente, entre lo ácrata y lo afectivo, sólo apto para que Juan Diego le dé vida. El parto de una vaca desperdiciado por una discusión más sobre lo mismo. Y un tonto del pueblo.

Ingredientes valiosos, pero contradictorios, sujetos a la obsesión del director de que la platea ría a toda costa cuando son los momentos más intimistas de esta película (donde también la risa cabe, pero otra risa) los que realmente consiguen envolverte.

Parece que el cine español tiene pudor ante cierto tono narrativo, el de la película “bonita”, como si les fuéramos a sacar los colores si hacen demasiadas concesiones al sentimentalismo, como si la sensibilidad necesitase rebajarse con jarros de agua fría y coña marinera -o rústica-, para que nadie se tome nada demasiado en serio.

Hace tiempo, al hilo del último estreno gringo de éxito bajo la fórmula “persona estirada de ciudad descubre la autenticidad de la vida en el campo” (género, dicho sea de paso, de ficción extrema), me preguntaba si ese tipo de fórmulas no podían adoptarse por el cine español, como lo han hecho ingleses, franceses o italianos sin dejar de ser ellos mismos. Pero, por lo visto, no. Aquí hay que meter sarcasmo y mala leche hasta donde no se necesita. Si no, la cosa queda como “blandita”. Pero Berlanga, vitriolo y ternura en perfecto cóctel, sólo hay uno, y el guionista que inventó el género, el gran Azcona, ya murió. Y se nota.

Creo que harán taquilla, que la gente saldrá medianamente complacida de la sala y, también, que los que la han hecho así se equivocan, también medianamente. Las historias bonitas, contadas con gracia, pero sin sacrificar la sensibilidad, gustan mucho. Diría incluso que mucho más. Por que los feos no tienen que morirse, pero lo feo no necesita más altavoz. Para eso ya está la corriente Belén Esteban, a quien la Machi presume de desconocer.

sábado, 1 de mayo de 2010

Alicia en el país de las maravillas


Mientras llega otro evento en vestido de cóctel, con photocall, canapés y glamouuuur, la Sobrina se mantiene en forma enviándonos esta crítica a la última de "malospelos" Burton. Menos mal que no la invitó a la premiere en L.A. Le hubiera dicho unas cuantas cosas, como éstas:


Resulta sorprendente como un conjunto de elementos jugosos y apetitosos pueden dar lugar a manjares que dejan un sabor agrio y poco agradable.

Cuando la factoría Disney, Tim Burton, Johnny Depp y un gran reparto de actores deciden presentar el remake de una película que ya en su momento resultó original y estrambótica, uno piensa que es una genial idea. El director sabe como presentar ideas originales y hacer pasar grandes ratos (siempre que te guste su estilo particular).

Pocas personas conozco que una vez vista la dichosa película, sigan pensándolo.

Entré en el cine con mi amiga, esa gran amiga que tiene invitaciones, pero con la que pocas veces elijo una bien-película (y no será porque no lo hemos intentado), aún sabiendo que no ibamos a nada demasiado bueno. Pero con nuestro gran pack de palomitas y chucherías, pensamos que si conseguiríamos pasar una buena velada de cine.

Como recomendación: esperar a que salga en DVD, porque ni el 3D salva el asunto. De hecho yo sigo sin ver lo positivo de esta nueva técnica para intentar mandarnos al cine. ¡Dichosas gafas!

Para empezar, no entiendo el público al que va dirigida la película: no es para niños (de hecho pone que no es recomendada para menores de 7, y aun así me parece que si un chaval de esa edad entra a verla, no disfruta nada). Pero ni siquiera tiene guiños para los adultos. Hace pocas referencias a la película anterior, y la verdad es que los que vimos la peli de dibujos cuando éramos unos críos, disfrutaríamos más con un guión más elaborado.

Tampoco tiene una acción trepidante, ni unos escenarios increíbles (la Reina Roja se encargó de cargarse lo bonito de aquel país que conocimos de niños), ni un argumento que te mantenga en vilo. Vamos, que lo único que salva la cuestión es un Sombrerero Loco genialmente maquillado y genialmente Loco, y una Reina de cabeza tan grande que no sé ni como se mantiene en pie.

Sinceramente, no he pasado un mal rato, se puede decir que hasta me he entretenido, pero se me ha hecho poco para lo mucho que podía ser. Ya lo dice el Sombrerero nada más ver a la prota: a esta Alicia le falta mucho para ser aquella Alicia. (Para más inri, no me convence mucho el doblaje que le han hecho a la actriz). Personalmente, a mi también me salvó el entrar pensando escribir unas líneas sobre lo que iba viendo.

En fin, me quedo con la escena de baile a lo Michael Jackson-Niña del exorcista que se marca Sombrero. Y quiero pensar que ahí termina la película (el momento final es una de esas escenas moralizantes que hay que poner en las películas que se pretende que sean para niños. Eso es lo que más me ha cabreado: un final repelente).
En definitiva, lo que piensas al salir del cine es un: ¡Que le corten la cabeza! pero ni al Sombrero ni a la Reina, por favor.. bueno a la Pija Reina Blanca… pueden hacer con ella lo que quieran. A mi me han dado ganas de darle un par de guantazos, a ver si dejaba de moverse de manera tan ridícula.

Sigan disfrutando del buen cine y no hagan caso a las grandes producciones que se dejan tanto dinero en promocionarlas. Eso suele ser mala señal. Es un consejo… (que no un conejo).


La sobrina