jueves, 29 de junio de 2023

Indiana Jones y el dial del destino

Como dijo el poeta: "nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos".

Eso vale para el que sale en pantalla, pero también para los que le miran y oyen desde las butacas de la fila 16. 

Hace diez años, ir a una de Indi con mi mujer y mis hijas habría sido una fiesta total. Ahora, que nos reunimos con sinceras ganas de repetir el éxito de nuestra fórmula, cada cuál ha forjado su carácter y se mete o se desmarca de las historias filmadas, sea quien sea el protagonista. Hasta el más entrañable.

En fin... Digamos que hubo empate.

Indiana Jones y el dial del destino es una buena aventura, hábil en barrer hacia su condición autoconsciente de despedida todo lo que ha ido jalonando la biografía del arqueólogo más inverosímil y querido del mundo. Cuenta una nueva peripecia con objeto mágico, pasado mítico, exotismo mediterráneo y toques oportunos de la década americana que esta vez toca. Con factura irreprochable en cada detalle. Hasta el prólogo del Indi joven aprovecha las luces nocturnas para que el retoque funcione mejor y exhibe un secundario solvente y divertido, con la cara y el cuerpecito de Toby Jones

Todo funciona en ese arranque e incluso después, atacando los primeros compases de un aventurero jubilado y solo al que enredan a su pesar. En lo que al doctor Jones se refiere, es un placer verle dar el primer latigazo de Indiana en Tánger, desfasado y heroico.

Pero ya no somos los mismos y el acelerón obligatorio a partir de los ires y venires por la ciudad en vehículos de diversa cilindrada y aguante da inicio a un encadenado de secuencias que, siendo un prodigio una por una, hacen demasiado largo el conjunto. 

Con un poco más de humor (un eje de la saga al que no se puede renunciar), quizá no hubiese importado. Pero aún con chistes abundantes y mejores un recorte de media hora le hubiese sentado bien a la película.

Otros que ya no son los mismos son los secundarios que sazonan cualquier entrega de Indiana. De los nuevos, decir que la agente negra "black exploitation" promete lo que no da, que el muchacho árabe está muy lejos de ser Tapón y que el buzo encarnado por Banderas desperdicia a un buen comediante en escenas funcionales. Es como si el director le hubiese dicho "mira, no hay personaje, pero siendo tú algo le darás". Quizá se lo dio y la sala de montaje mandó esa aportación al limbo. En ese caso harto improbable, se equivocaron de tijeretazo.

En cuanto a Sallah, qué decir. Al contrario de lo que sucedió con el director de museo Marcus Brody, que fue de menos a más en las entregas en las que participó, Sallah ha seguido el camino inverso hasta ésta, en la que lo fían todo a que se trata efectivamente de él y listo para servir.

Sólo hay un personaje del pasado que da lo que se esperaba. Es, por supuesto, Marion Ravenwood, a la que le basta una escena para agarrarnos del corazón y la garganta, a los espectadores y a Indi. Eso sí que responde a la esencia de la saga, ahí -solo ahí- la película se eleva a los altares.

Porque el gran amor de Henry Jones junior siempre fue la única capaz de contradecir al poeta.  

miércoles, 28 de junio de 2023

Carmen Sevilla

 Adiós a una bella sonrisa española. 







lunes, 26 de junio de 2023

Pasado mañana vuelve a sonar la de Williams

Una de mis primeras películas en las que la diversión se compaginaba con una cierta trascendencia autoconsciente, fue En busca del arca perdida. Con trece para cumplir catorce, los chavales ya podíamos ir al cine sin adultos, formar grupo y elegir peli.

Creo que fue José Carlos Rodrigo Breto quien nos arrastró a ésta, era del grupo el cinéfilo más precoz y el que antes se desencantó con el cine y se refugió en los libros. Aunque siempre tengo la duda de si nos arrastró a la de Indi o a Blade Runner, con el mismo Harrison Ford en su década prodigiosa.

¡Qué presentación de personaje! Junto a la de Rick Blaine en Casablanca y la de Ethan Edwards en Centauros el desierto, recuerdo la primera aparición de Indiana Jones en pantalla entre las mejores del cine de Hollywood que yo he visto.

La primera película de –como lo llaman sus enemigos– "el doctor Jones" es una montaña rusa con los mejores mimbres: Spielberg a la dirección, Lucas maquinando fantasía icónica, Kasdan en las teclas, Williams a la batuta. El resultado nos transporta por la Sudamérica selvática, el Nepal nevado, Egipto y sus excavaciones, el Mediterráneo y sus islas.

Las serpientes, los nazis, las reliquias doradas, las palizas a puñetazos, los vehículos militares, los aviones de hélice, el látigo, el sombrero, lo sobrenatural… Y todo bien aliñado, con Belloq de villano, Sallah de amigo (el más verosímil y entrañable), Marcus como director del museo y, sobre todo y sobre todos, Marion como la chica del héroe.

Después de aquello, una secuela estaba condenada a defraudar. Quizá por eso no buscaron superarse, sino colgarle otra aventura aseada a Indiana, con nuevos villanos, socios, escenarios. Salió amena Indiana Jones y el templo maldito. Para algunos niños, hasta terrorífica; para las madres del momento, inolvidable por una cena cómica de puro repugnante.

Indi valía para mucho más, yo creo que de eso se trataba, de tomar impulso para la mejor de todas, Indiana Jones y la última cruzada. Con renovado protagonismo de los nazis, de Marcus, de Sallah… y con la insigne incorporación de “Henry Jones senior“. El gran Sean Connery, también en su mejor momento profesional. Cada escena de los dos Jones es absolutamente antológica. Hasta la bella aria fichada para la ocasión por su aria percha luce con ellos como nunca jamás lo haría. Los chistes, las emociones, las trampas, el premio al final del camino… La película está tan fresca que podría estrenarse hoy. Es una obra maestra y ya está.

Luego vino El reino de la calavera de cristal. Esperaron demasiado y pagó el precio de unas expectativas imposibles de cumplir. Me da que lo resolvieron como con el templo, una aventura amenísima sin meterse en honduras, los lazos familiares parecen más guiños tirados hacia el pasado de la saga que asuntos de verdadera enjundia. ¿Quién necesita enjundia cuando te disputan el conocimiento los esbirros de otra tiranía?

Sin embargo, nada aguanta el tirón de los nazis para representar el mal frente a Indiana. Te están esperando donde siempre, doctor Jones. Me tendrás a tu lado el mismo miércoles del estreno, sentado en la oscuridad, dispuesto a contemplar el último milagro.


 

jueves, 22 de junio de 2023

Los ochocientos

 

Decir de una película china que es la más taquillera de la la historia sólo tiene mérito en la taquilla china, porque triunfando en ella más que las demás necesariamente barre por número a cualquiera.

Si además ensalza el heroísmo de "la gesta" bélica por excelencia, como los tejanos tienen El Álamo o nosotros el Moguer de los últimos de Filipinas, pues pa que contarte.

Lo que impresiona de esta película es sobre todo la certeza de que no hay gente ni decorados digitales, que todo está hecho a pulmón, partiendo de sus 1.500 millones de pares de pulmones. Los extras que quieras, los vestuarisatas, maquilladores y decoradores que hagan falta. Los albañiles, atrezzistas y chispas que sea menester. En fin, que como diría el millonario Hammond de Jurassic Park "no hemos reparado en gastos".


Si vamos finalmente a sus cualidades cinematográficas, Los 800 tiene una primera hora y cuarto magnífica (el primer choque entre los dos ejércitos es especialmente brillante). Todo funciona y estremece mientras los defensores son más conscientes de su miedo que de su heroísmo. Los defensores, los guionistas, el director y los que pongan la lana.

En el segundo tramo, en cambio, la película acusa una sobrecarga de propaganda patriótica poco sutil. Es otra hora de metraje, en la que hay que subrayar el sacrificio, los personajes que se han hecho querer y mueren valerosamente o se redimen, la saña japonesa hacia los que se retiran o enarbolan su bandera. Y, por descontado, incidir en la desfrivolización de quienes de primeras se limitaban a mirar y gozar la fogosa noche de la zona internacional de Shanghai. 


Digamos que el efecto generado en esta segunda parte del film es como si el momento final del cementerio de Arlington en Salvad al soldado Ryan o el de las piedrecitas en La lista de Schlinder durasen un cuarenta por ciento de la película.

En pantalla grande debe ganar emoción, en la de avión debe ser soporífero. Son 800, pero al final parecen más. 

sábado, 10 de junio de 2023

Los tres mosqueteros: D'Artagnan

En una nueva versión cinematográfica de la novela de Alejandro Dumas más adaptada a la pantalla (y ya es decir), hay unos pocos requisitos que deben tenerse siempre en cuenta: 

- Mantener las claves del relato, que son básicamente la presentación de personajes mediante el encuentro del cadete con los veteranos mosqueteros, retándolos a todos a duelo el mismo día, y el caso que se desarrolla, el de los herretes de diamantes regalados por la reina Ana al duque de Buckingham.

- Una buena ambientación de época, que sea creíble en la posada y la taberna, en los palacios y sus patios de armas, en los duelos de las afueras y las emboscadas de camino.

- Un Athos carismático y atormentado (en este caso,Vincent Cassel, el más importante del cartel).

- Un D´Artagnan ingenuo, brioso, juvenil (perfecto François Civil).

- Un Aramis simpático y sensual (bien por Romain Duris).

- Una milady reguapa y perversa (la precisa y bondiana Eva Green).

- Un cardenal consagrado e intrigante (no es fácil encontrar el nombre del actor y se entiende, su presencia es testimonial en esta película).

En todo, menos en la importancia del cardenal Richelieu, cumple esta superproducción francesa. Aunque lo esencial en ella es exhibir músculo cinematográfico, no reparar en gastos y que se note en cada fotograma.

Utilizando esa gran bolsa de dinero y con astucia en el casting, los añadidos a la trama y el peaje a las corrientes que la actualidad impone (un mosquetero bisexual), encajan sin molestar. Hasta el lema de los mosqueteros aguanta el tipo.

En la segunda parte veremos qué pasa. Confiemos en la bella perversidad de milady... 

  

viernes, 9 de junio de 2023