sábado, 10 de junio de 2023

Los tres mosqueteros: D'Artagnan

En una nueva versión cinematográfica de la novela de Alejandro Dumas más adaptada a la pantalla (y ya es decir), hay unos pocos requisitos que deben tenerse siempre en cuenta: 

- Mantener las claves del relato, que son básicamente la presentación de personajes mediante el encuentro del cadete con los veteranos mosqueteros, retándolos a todos a duelo el mismo día, y el caso que se desarrolla, el de los herretes de diamantes regalados por la reina Ana al duque de Buckingham.

- Una buena ambientación de época, que sea creíble en la posada y la taberna, en los palacios y sus patios de armas, en los duelos de las afueras y las emboscadas de camino.

- Un Athos carismático y atormentado (en este caso,Vincent Cassel, el más importante del cartel).

- Un D´Artagnan ingenuo, brioso, juvenil (perfecto François Civil).

- Un Aramis simpático y sensual (bien por Romain Duris).

- Una milady reguapa y perversa (la precisa y bondiana Eva Green).

- Un cardenal consagrado e intrigante (no es fácil encontrar el nombre del actor y se entiende, su presencia es testimonial en esta película).

En todo, menos en la importancia del cardenal Richelieu, cumple esta superproducción francesa. Aunque lo esencial en ella es exhibir músculo cinematográfico, no reparar en gastos y que se note en cada fotograma.

Utilizando esa gran bolsa de dinero y con astucia en el casting, los añadidos a la trama y el peaje a las corrientes que la actualidad impone (un mosquetero bisexual), encajan sin molestar. Hasta el lema de los mosqueteros aguanta el tipo.

En la segunda parte veremos qué pasa. Confiemos en la bella perversidad de milady... 

  

2 comentarios:

  1. Un mosquetero bisexual. Espero que el momento en el que se muestra sea privado y no en pleno pedo en la posada. Porque creo que en esa época por ser bisexual te podían cancelar

    Mudo

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    1. El bi en cuestión presue en la taberna de follárselo todo y después, llegada la resaca dormilona, se ve la cama en la que en efecto se lo ha follado todo. Podría colar como broma en el fragor de la taberna y realidad al final de la noche, aunque a mi juicio es una concesión innecesaria, no aporta más que cuota, ni los franceses se libran de ella

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