jueves, 30 de septiembre de 2010

El Padrino de Taormina.



Lo más hermoso de la búsqueda no suele ser el hallazgo, sino el camino que nos conduce hasta él. Sin este espíritu claro y con la excitación propia del viaje rebosando en el corazón nos lanzamos a investigar la misteriosa isla del Etna, la mítica Sicilia.
Taormina, la empinada villa que duerme bajo un teatro griego, nos acogió con su calidez mediterránea. Allí fuimos tentados por manjares como el contundente Arancini o el cinematográfico Cannoli. Sus grasas saturadas, sus sabores perennes y olores de fábula quisieron frenar nuestra búsqueda, alejarnos del vellocino de oro, que no era otro que la iglesia, verdadero santuario para nosotros, donde Apolonia y Michael Corleone se prometieron en la ficción amor eterno.
Penetramos hasta el final del pueblo, empujados por las miradas amenazantes que don Vito nos regalaba desde las camisetas que se exhibían en las tiendas de souvenirs, y allí encontramos el espejismo de nuestro objetivo. Acodada sobre un mirador al mar, una pequeña iglesia nos devolvía a la magia del cine. Las dudas sobre su autenticidad se desvanecieron en el humo de los artificios fílmicos.
Sintiéndonos como James Stewart modelando a su Madeleine particular, hicimos de directores dioses, recreando caprichosos la escena elegida. Dimos vida a los personajes, construimos castillos sobre la nebulosa de nuestros recuerdos y nos dejamos llevar por la ilusión. Obviamos la realidad y, por un momento, nos sentimos felices, satisfechos y eternos, hasta que llegó la hora de la despedida. Al despertar de regreso a casa comprobamos que todo fue una ensoñación, que Coppola nunca rodó en aquel lugar y que nosotros, sin quererlo y con permiso de Michel Gondry, habíamos rebobinado nuestra propia película.

Juan Laborda


NOTA: El pueblo donde se rodó el romance de Michael y Apolonia, boda incluida, es el de Savoca, a pocos kilómetros de Taormina y la iglesia de la que salen recién casados es la de San Nicola De Bari.

viernes, 17 de septiembre de 2010

martes, 14 de septiembre de 2010

Lo más sincero del verano: LA CACHAS-PELI


¿Os acordáis de El juego de Hollywood, donde los ejecutivos de estudio oían durante toda la jornada propuestas de películas contadas en pocos minutos? Para poner en situación al tipo trajeado al que había que convencer, los directores y/o guionistas se lanzaban a tumba abierta: “Es una mezcla de Memorias de África y Ladrón de bicicletas”, “Vamos a rodar El graduado 2”,… y en ese plan.

Stallone, un viejo superviviente que se las sabe todas en este negocio, lo ha tenido más fácil en el planteamiento: “Reunamos a todos los cachas que podamos y démonos un festival de mamporros, frases stándar y dinamita”.

¿Veis al ejecutivo como yo lo veo? Deja de jugar con su pelota de baseball anti-stress y murmura “Me gusta, Sly. Hagámosla”.

Ya sé, ya sé, se lo dirán a la mayoría y sus proyectos dormirán en cualquier cajón, pero no le puedes prometer a Silvester una cosa de éstas y luego pasar del tema, porque frecuenta los mismos restaurantes y sabe manejar el cuchillo desde lo de Vietnam.

Así que se hace la peli. La cachas-peli. Stallone tira de agenda y convence a un puñado de actores con los que ha compartido pulsos, sangre de mentira, cadenas de comida rápida y alguna moza. Y nadie pregunta por el guión (salvo quizá Van Damme, que al no tener un personaje para su hermano gemelo ve el proyecto poco profundo…)

Cuadran un argumento basiquito –pequeño dictadorzuelo en pequeño país tropical al que hay que freír-, meten a una chica mona para darle una pizca de sensibilidad a la machada, la añaden algo de humor autoparódico y al ataque.

Esto es una película de acción con desmelene, entre el gamberrismo, la salvajada y la nostalgia, no creo que pretenda otra cosa. Los profesionales, Grupo salvaje y demás maravillas del cine violento y crepuscular no son el referente, para que lo tengamos claro. Porque además ha llovido mucho desde aquellas e incluso desde las que encumbraron a Stallone y su pandilla. El montaje se ha vuelto frenético, la espectacularidad destructora ha subido el listón y hay que pagar peaje a la cultura del video juego.

Pero ahí están ellos, repartiendo leñazos sin rubor alguno y haciendo una interpretación más “física” que la del Actor´s studio. Lo único que requiere vocalizar con la garganta además de con los bíceps se lo dejan a Rourke (con buen criterio) y la intriga reside en cuántas formas de matar y a cuántos a la vez ofrece esta ensalada.
De verano. De coña.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Postead, postead, malditos

Acabo de volver al blog después de tres semanas de asueto.

Empieza el baile.