En este 2018 que camina hacia su
última recta, Hollywood nos vendió como su título más potente y planetario Los
vengadores, Infinity War (primera parte), dado que el Episodio
VIII de Star Wars se estrenó para arrollar en diciembre del año
anterior.
Se estrenaron con desigual
fortuna las oscarizables, las oscarizadas, las diferentes, las raritas y las
secuelas. Tres anuncios en las afueras, La forma del agua, Los archivos del
Pentágono, Yo Tonya, El hilo invisible, Todo el dinero del mundo, Tren a París,
Gorrión rojo, Isla de perros, Tully… Y las que cuestan y dan pasta: Pacific Rim
2, 50 sombras más, Tomb Ryder restyling, Black -cuota- Panther, Deadpool 2,
Jurassic saga 5, Han Solo (¿Episodio III B?), Sicario 2, La primera purga,
Mamma mia 2, Hotel Transilvania 3, Misión imposible 6, The equalizer 2, Ha
nacido una estrella (otra vez, se entiende) o El grinch (¿el origen?). A las
que pronto sumaremos Venom, Spiderman y Aquaman.
Así está el patio. Y así arrasa Hollywood últimamente. Con
estos mimbres.
Poco después de la apuesta
infinity marvelita, llegó otra de la casa súper-heroica del viejo Stan, de las
consideradas menores y a la que le cuadra ese atributo mejor que a ninguna: Ant
man y la avispa.
De todo el cine de fórmula made in USA que se ha estrenado
aquí en lo que va de año, probablemente ésta es la película que más me ha gustado. En primer
lugar, porque sabe que su fuerte está en el humor y no tanto en la parafernalia
tecnológica, que aunque no se descuida tiene como principal valor encontrar un
argumento apañado sobre el que armar lo que importa: los personajes, sus
relaciones y la simpatía general de lo que se ve y pasa.
Luego esta el reparto. Michael Douglas es un buen comediante y Paul Rudd no digamos. Las chicas lucen listas, guapas y
temperamentales. Michelle Pfeiffer vuelve del mundo cuántico, más bella cuanto más
encanecida. Los del FBI son un poco bobos. Y los malos valen para la ocasión. Pero
todos ellos, sumados, nos ofrecen un puñado de gracietas marca Ant man y eso no
da una puntuación de humor + acción tirando a estándar.
La diferencia, que ya se atisbaba
en la primera entrega de las hormigas súper, es que el reparto incluye a Michael Peña, al que loa papeles de “amigo
díver” se le dan de fábula. Peña -su personaje- es la sal del guiso y su momento del suero lo
más descacharrante de toda la película.
Por lo demás, Ant
man y la avispa enlaza con la maraña Marvel en una escena sencilla post-créditos,
que por supuesto da bastante igual: No vivimos en el piso de Sheldon Cooper.
Aún.
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