Esta película hay que entenderla
como lo que es, aunque la produzca Alex
de la Iglesia y eso la arrime en nuestro imaginario al terror con desmelene
y coña burra.
No es el caso. Errementari
es un cuento infantil a la antigua usanza, con aventura incierta en
bosque poco recomendable, con terrores atávicos en tierras misteriosas y
bellas, de naturaleza ancestral y poblaciones iluminadas por antorchas.
Siglo XIX (que en vasco significa carlismo), tabernas con lugareños que saben y callan, herrerías cercadas de vegetación, cepos y cruces, diablos gamberros y cabrones, niña valiente, gigante huraño… Un cuento bien contado, con su infierno, su paraje mágico y sus parroquianos temerosos o temibles.
Esa diferencia entre lo que la distribución
y promoción prometían y lo que la película realmente da fue su principal hándicap
al estrenarse la pasada primavera. Servidumbres comerciales contraproducentes
aparte, Errementari es un cuento cinematográfico delicioso, hecho con
un mimo artístico y astucia presupuestaria poco usuales, que deberían llevarse
premio, aunque la cosa está reñida.
Hay más de uno dispuesto a vender
su alma al diablo. Lo veremos dentro de poco.
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