domingo, 28 de octubre de 2018

Jefe


Otra de la cosecha española de 2018, que supera de largo a un buen puñado de bobadas pretendidamente graciosas, que esta vez no han sido acompañadas del éxito de taquilla. Un éxito el de las bobadas que cada año me sorprende y deprime a partes iguales (estoy pensando en taquillazos precedentes como Villaviciosa de a lado, Cuerpo de élite y otras de ese pelo), aunque sea industrialmente preferible que recauden nuestras bobadas que las de "Goliat".

Esta película tampoco tuvo mucho éxito. A mi juicio hubiera merecido más suerte y puede que la encuentre en el streaming. Tampoco hablamos de una obra maestra de la comedia, pero cuenta con un personaje memorable encarnado por el infalible Luis Callejo, un guión bien trabajado y un escenario laboral que nunca se había tratado así hasta hoy, al menos por estos lares.

Jefe es la historia de una semana clave en la vida del mandamás de un gran compañía, en trance de quedarse sin ella aun siendo su fundador y, de paso, camino de un divorcio que le obliga a dormir en su despacho y conocer a la limpiadora colombiana de las oficinas, la guapísima –y buena actriz- Juana Acosta.


Entre los dos mantienen la película en las cotas de interés que se precisan para dar tu tiempo por bien empleado. El aliño extra lo ponen un correveidile de mensajes matrimoniales y una guardia jurado cómicamente pesimista y voraz lectora de los clásicos (sólo le falta Cervantes para nombrar la triada europea que completan Moliere y Shakespeare).

Lo realmente espectacular de la propuesta es la composición de Luis Callejo, un actor que desde que se fogueaba en el cortometraje ya resultó creíble hasta la perplejidad, en cualquier registro, incluso mezclando los que sean menester sin descomponer ritmo narrativo ni personaje, capaz de transmitir rechazo, adhesión, tragedia, intriga o gag cómico. Basta con ver su co-protagonista de Tarde para la ira, que arroja otro gran trabajo de Antonio de la Torre, pero que gana toda su potencia con el escudero a su pesar que encarna Callejo sin desfallecer ni un minuto (aquella escena del gimnasio o la del polvo interrumpido por sus sospechas son de lo mejor que he visto en la pantalla española de la última década).


En esta nueva propuesta, que él protagoniza totalmente, Callejo ofrece un recital de talento y oficio que merecería nominación al Goya, aunque propuestas más ambiciosas en lo cinematográfico le dejarán seguramente fuera de esa competición. Su “jefe” es un tipo repulsivo y entrañable, cipotudo (ahora se dice así) y romántico, implacable y leal, vicioso y trabajador, cabrón e íntegro. Parece imposible pero él lo consigue.

Ese es quizá el problema de la película, Luis deja todo lo que le rodea a una altura menor, no sólo porque todo eso sea narrativamente menos original, sino por la garra tremenda con la que se apodera de la función.

Pero claro, por algo es el jefe.


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