Desde que se convirtió en un viejales con chiste-cameo en cada película originada en la casa Marvel, Stan empezó a parecerme el Hugh Hefner de los cuerpos masculinos musculados e identidades secretas.
Aquellos tipos multicolores capaces de todo eran el reverso de las tías neumáticas en bikini de la casa Playboy de Hugh, la cara esforzada (y tapada) del sueño americano en grado superlativo.
Y ambos ancianos me transmitían la misma sonrisa de triunfadores satisfechos, pero sin ofender.
Se cuenta que Stan quiso escribir la gran novela americana, como todos los plumillas estadounidenses del siglo XX. Nunca lo hizo, pero se inventó para el fértil mundo del cómic a Los cuatro fantásticos, Iron man, Hulk, La patrulla X (todos dibujados por el gran Kirby), Daredevil (con Everett), el Doctor Extraño y Spiderman (con Ditko). Aparte de darle guiones a Buscema y a Romita, contar con Miller para algunos de los personajes más populares de la casa o llamar a DC Cómics “la distinguida competencia”.
Stan siempre supo que el cine era el destino natural de sus héroes. Tuvo que esperar a que la tecnología hiciese posible la representación verosímil de los súper-poderes, aunque las prisas le jugaron algunas malas pasadas, y basta revisar las primeras películas de Spiderman en los años 70 para confirmarlo.
También fue Spiderman, su criatura favorita, el primer gran personaje de Marvel que demostró al espectador lo que los cómics de fanta-mamporros podían ofrecerle en el nuevo milenio, aunque Marvel convertido en Estudio de cine se inauguró con Iron Man, pegando fuerte a los detractores y enamorando a la afición. De eso hace una década y a los súper (ya diversificados en el streaming gracias a otros enmascarados de Nueva York), parece quedarles cuerda para un puñado de años más, antes de que lleguen las historias crepusculares primero, la travesía del desierto después y los chispazos aislados y esporádicos de genio como último refugio, a la manera del género western.
Stan Lee hacía unos guiones estupendos. Aún tengo cómics del Spiderman de Romita dialogados por él. Como no son primeras ediciones USA no se han revalorizado tras la muerte del viejo, así que se quedarán conmigo para los restos.
No es tristeza, me imagino a Lee con Hefner, hablando de cuerpos perfectos y sus milagros en un rincón colorido del infierno y con eso me basta para sonreír: Tenían el mismo canon.
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