Desayuno
para llevar
Es curioso lo que sucede con el "auténtico desayuno americano", como lo llama Tom Hanks en El puente de los espías, cuando al fin encuentra en Berlín el hotel idóneo para pedirlo: es el desayuno más fotogénico del cine (colorido, variedad, abundancia), pero nadie tiene momento de comérselo. Cereales, mazorcas, bacon, huevos, pastel, zumo, bollería, tostadas... Todo listo para degustar un casi-brunch como arranque óptimo de cualquier día laborable, desperdiciado por la puntualidad de un autobús escolar, la inaplazable cita de negocios o la asesoría al Pentágono en el último despropósito de seguridad nacional. La magia del cine alimenticio. Prueben a hacerlo en casa: bébanse el café de pie, cojan el maletín y el primer bollo que esté a mano y digan que van cortos de tiempo para probar lo demás. Será la última vez que me lean.
En el cine se perdonan las prisas
matutinas –y se preparan brunchs– con demasiada soltura. Podremos solventarlo
con otro café (para llevar) y unos donuts en bolsa de papel, siempre y cuando
toque esperar en el coche a que el sospechoso salga de su guarida (¿habrá
desayunado?) y se ponga en movimiento.
El desayuno del cine, abriendo campo para abarcar más allá de Hollywood (aunque también allí), tiene su sentido primordial en el contexto de un amanecer de los que propician el apetito: La pareja ha hecho el amor, probablemente nos muestran alguna réplica de su terremoto nocturno, y están en un hotel con servicio de habitaciones. El plato caliente con caperuza de plata, los croissants recién hechos (ella opta por el croissant, ya enfundada en el albornoz), el zumo finalmente atendido, el café a sorbo lento... Unos minutos para mirarse a los ojos, aunque la agenda inmediata corte la digestión. Salvo que el camarero que trae el carrito oculte una pistola con silenciador bajo la servilleta, el desayuno es un recurso narrativo eficacísimo para exponer el sosiego y el cariño, un contrapunto a la vida agitada y rutinaria o excepcional de cualquier personaje.
En cualquier caso (y ya metidos en joyería), no hay mayor sosiego que el de los desayunos “hereditarios”, disfrutados estos por personajes sucesores de monarquía o de imperio. El tiempo de preparación en cocinas, el recorrido del servicio por pasillos y salones repletos de óleos, molduras y mobiliario Luis XV, la apertura de cortinajes en la ventana del dormitorio, la bandeja depositada junto al lecho con dosel… Así sabremos que el o la joven durmiente goza de un noble linaje y no ha padecido estrechez jamás. Será incapaz de pensar que el panecillo de su plato puede haber sufrido no pocas peripecias y revolcones hasta llegar a esa cama, como sucedía con el de Grace Kelly al comienzo de El cisne.
Busquemos otras posibilidades. El
desayuno de Ciudadano Kane, en una
mesa demasiado larga, con cada esposo leyendo un diario diferente.
Distanciamiento sentimental insalvable. Sólo beberán sus infusiones aunque
carezcan de prisa, pues no abrieron el apetito durante la noche. Otro desayuno
americano, en la cama, pero limpio de toda sospecha: Kate y Spencer –pocholina
y pocholín- en La costilla de Adán,
también hojeando la prensa. Armonía sofisticada sin necesidad de hotel, ni
mansión, servida –eso sí– en bandeja.
Suceda lo que suceda luego, ¿qué es un desayuno sin un periódico de papel para acompañarlo? En el que descubrir el último escándalo, ver al poderoso malvado en titulares, leer una crítica favorable al estreno de anoche o señalar con determinación las ofertas de empleo. Café y prensa son los ingredientes básicos para desayunar en Occidente según el cine. Un brebaje amargo y el horror a cuatro columnas se erigen en suprema representación de la intimidad personal más tranquila y reflexiva. La de mejor digestión.
¿Terminará imponiéndose para esa imagen
del desayuno plácido la lectura de prensa (o de la revista predilecta) a través
del móvil? Si así fuese, valdrá igual que se acabe la batería o que se tropiece
el camarero camino de nuestra mesa. No olvide mascullar:
“Ese era mi desayuno, Valance”.
(*Artículo publicado en KOBE MAGAZINE, Marzo 2017)
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