viernes, 28 de septiembre de 2018

Ocean 8




Poner a las mujeres a robar como los hombres (y en más de un caso, fusilando sin sonrojo el estilo personal del rol equivalente, para el caso George y Brad / Sandra y Cate), no garantiza nada. 

Pueden ser chulos los vestuarios, las venganzas sobre machos pagados de sí mismos y hasta el robo con trampa vistosa e inverosímil. La música puede lucir muy Ocean. Y tener hacker, experta en caterings, joyera y aliada de última hora (evidente para cualquiera que sepa el estatus de las actrices convocadas). Pero todo eso no sirve de nada si no se consigue el ritmo. Ocean Eleven lo tenía, aunque sus dos secuelas fueron deteriorándolo. 

Esta versión femenina de la misma idea, enganchada a las anteriores por parentesco de los protagonistas (qué gran esfuerzo de guión), es la peor de las cuatro. Y que los movimientos más pujantes me perdonen.

En algún momento, en este Hollywood, hay que dejar de estrenar recuelos como novedades. Pero, claro, si hacen pasta, que la habrán hecho, se dará todo por bien empleado y hasta por militante. Vaya tela.

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