Llevábamos tanto tiempo sin que nuestro cine hiciese algo verdaderamente rupturista y no digamos cifi, que cuando se estrenó Abre los ojos, la segunda película de Amenábar (la primera fue Tesis, con la que había dejado la expectativa altísima para ésta), suscitó reacciones de todo tipo, a favor y en contra, de admiración y de ninguneo.
Pero arrasó en taquilla, no sólo por un reparto joven que estaba en un momento especialmente dulce (Eduardo Noriega, Penélope Cruz, Nawja Nimri y Fele Martínez), sino porque demostraba un completo acierto de casting recurriendo a Chete Lera para el quinto papel importante y nada fácil del psicólogo penitenciario.
Abre los ojos es todo cálculo (reparto, puesta en escena, música, referentes), a partir de un guion espléndido y meditadísimo. Nolan debería ver esta película una vez al mes durante un par de años, en mi opinión, para entender -pero lo dudo- que no emplea la "matemática de guion" tan bien como él se cree y los premios le hacen creer aún más.
Amenábar, nada más empezar el nuevo siglo, aún volvería a obtener pleno, con la tercera (y la expectativa más alta si cabe), de la mano de un Cruise productor y una Kidman bella y expresiva en su mejor papel.
Aunque nada de lo que ha hecho Amenábar, ni antes ni después, ha vuelto a estar a este nivel. Así se empieza una historia de pesadilla. Bravo.
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