Llegamos al último detalle Netflix del 2021, año en el que la distopía decae, muta y sigue.
No sé si recordáis esa corriente que sacudió Hollywood en la primera década del 2000, cuando Marvel crecía y crecía, para tratar de mantener otro perfil de cine que no costase 300 millones por pastel. La corriente de la que os hablo consistió en hacer comedias corales (organización de boda al aire libre, día de Acción de Gracias y cositas de ese estilo), en las que contrataban a toda estrella que pasara por allí, de generaciones varias, desde las consagradísimas hasta actores-cantante o las promesas emergentes del momento. Tipo Susan Sarandon, Rober De Niro, por supuesto Diane Keaton y, siguiendo para abajo, Amanda Seyfried por aquí, Justin Timberlake por allá... Gente ideal para "vestir" bien las pelis de sofá. Aunque, como eran de sofá, no llevaron a mucha gente al cine.
De vez en cuando nos atizan aún alguna de esas, con viejos jubilados gamberros en Las Vegas, viejos jubilados planeando un atraco o viejas esposas divorciándose con la tarjeta de crédito entre los dientes y un crucero por Europa, desprejuiciado a la norte-americana manera.
Bueno, pues ésta es un poco eso, sin figuras rescatadas en el cementerio de los elefantes. Todos están en racha, en eso Netflix aporta músculo: "reúnamos el reparto más cotizado que se pueda reunir para una película de plataforma". Y por allí aparecen, al olor de la pastizara y la diversión, Leo Di Caprio, Jonah Hill, Jennifer Lawrence, Timothée Chalamet, Cate Blanchett, Ariana Grande, Mark Rylance, Ron Perlman...
Todos tienen la cuenta saneada, así que más que por la pasta vienen por la diversión, pero ese es el primer problema de la película: que las estrellas que actúan en ella parecen divertirse bastante más que el espectador.
Y eso que la premisa es golosa: unos científicos descubren lo que se nos viene encima, pero nadie les toma demasiado en serio (al contrario que en todo el cine de catástrofes, en el que una alerta remota moviliza el aparato del poder con toda su tecnología y potencia militar, organizativa y sapiente de inmediato).
La sátira moderada, con esa premisa por bandera, es muy graciosa además de hábil. Pero luego el poder se pone a la tarea, aunque lo haga por un puñado de votos y la película crece en despliegues, de producción y satíricos, lo que va a enterrar la frescura del film a paletadas. Aquí es cuando ellos empiezan a divertirse más que nosotros.
La intervención creciente de un magnate tecnológico, figura-cliché que se ha convertido en el comodín de villanía de Hollyood cuando las ideas se agotan o se atascan, lleva la película por terrenos cada vez más transitados y obvios.
Y luego está la duración. Si este post se os está haciendo largo ya, imaginad la película, que bordea las dos horas y media sin más novedad en su último tramo que el bello Timothée haciendo de skater (me descojono).
Destellos finales hablan de una película mejor. Quizá con menos sátira (la idea da escalofríos y hasta risa nerviosa sin subrayados), menos metraje y menos estrellas, la cosa hubiese quedado redonda como un planeta vivo y no con tanta cola pero fugaz como un cometa.
Se ve agradablemente en cualquier caso... desde el sofá. Lo llaman "Noche de Netflix" y poco tardarán los hipermercados en ofrecer pack de refrescos+palomitas+pizzas+helado con esa misma etiqueta. Entonces, el meteorito letal nos la sudará más todavía.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuy buena reseña, socio. La verdad es que se pasa de metraje y que la comparación con los filmes organizadora de bodas es muy pertinente. Ahora, la peli tiene una virtud que no apuntas y es que inaugura aquello de que hay una multiverdad recurrente y mediática que nos idiotiza. Es un nuevo Ciudadano Kane, salvando mucho las distancias. En aquella un trasunto de Hearst ponía y quitaba presidentes. Aquí los hastag mueven el puto mundo. Auguro más y mejores filmes por ahí
ResponderEliminarEs verdad, esa virtud sí está.
EliminarAunque yo no auguro películas mejores siguiendo su estela, sino peores. Hollywood últimamente parece incapaz de mejorar las ideas iniciales de nadie.
Timothée sabe escoger, aunque lo de skater no le pegue nada.
ResponderEliminarNo me olvidó de que renegó de Woody. Rilados del nuevo macartismo.
Coincido en los defectos señalados. Apuntó virtudes (muy bueno lo que comentan más arriba de los hashtag moviendo el mundo): La dictadura del "todo depende de como se mire", la del "clickbait", la de "las malas noticias no venden", la de "cursillo de medios para hablar por la tele".
ResponderEliminarMira, en España somos de los mejores en esto del drama cómico. Pero como no nos da la cabeza para estos presupuestos, agradezco a esta buena gente que se suba al monte y lance las bases de lo que es y va a ser la guerra contra el calentamiento global (al que decidió llamarse cambio climático por sonar menos agresivo. Pues eso)