Bonito homenaje a un género que tuvo su eclosión entre la muerte de Franco y mediados los años 80: el cine quinqui. Daniel Monzón sabe filmar muy bien cuando la historia tiene algo de nervio y ésta lo tiene. Menos del que debiera, pero quizá es que la nostalgia siempre dulcifica los dramas personales.
El trabajo de ambientación, sonido y música es primoroso, desde el piso del gafitas y el cine con destapes y mamporros, hasta el barrio chino, los billares, el bareto, la disco y el burdel. Todo eso, evidentemente, está también bañado de nostalgias.
Y luego tenemos a la chavalada y a la chavala. Los quinquis más atinados se situan entre lo descerebrado y lo agresivo. El líder es otra cosa, parece un personaje de Reverte. Y ella, la Tere (Begoña Vargas), gana por goleada en encantos, los visibles y los ocultos.
Buen casting joven en cualquier caso, poco conocido (curiosamente es la popularizada por Merlí la que menos les renta). Frente a ellos, una decena escasa de adultos, entre policías de mala catadura, padres desnortados y las víctimas de los atracos con frase.
Aquí no importa tanto la escalada criminal, el comercio y abuso de pastis y porros, la policía de mano y vaso largos o las motivaciones de la mayoría para ir de una cosa u otra por la vida. Vamos a por la nostalgia y a todo ritmo. No es cine quinqui, es su versión Disney con canciones de las Grecas.
pues sí, frente al torete es puro Disney, así que gustará mucho más que el torete
ResponderEliminarVivimos tiempos Dieney, anónimo.
ResponderEliminarTe dejo, que tengo que cantar una canción!