domingo, 26 de julio de 2020

Ofrenda a la tormenta



Se acabó lo del Batzán, hasta nueva orden comercial (llegado el caso). La tercera cierra el asunto y cuenta con las mismas virtudes y defectos que las anteriores. En especial, destaca la falta de intensidad, propiciada por el exceso de parlamentos informativos, lo que resulta más evidente al ver lo que gana la película cada vez que se abandona el mero discurso investigador. Por supuesto, el problema es más palpable cuanto menos encarnadura tenga el intérprete (ese gringo sin empaque...). 

Algunas decisiones de guión son un poco burdas y un par de ellas abiertamente sonrojantes: la deducción de las primeras lágrimas, la confianza completamente desaconsejable en la seguridad de algunos personajes... Aunque la mayoría podrían pasar con un director más hábil, menos funcional. O un reparto de hierro. Es precisamente lo mejor de ese reparto lo que hace verosímil, aunque desconcertante (incluso revisable), uno de los sacrificios finales del film.

En el haber, la solvencia de la producción, evidente en la fotografía exquisita, las localizaciones, la atmósfera y hasta en el abuso de la música de subrayado.


Queda la agridulce sensación de que había mimbres para una excelente serie de 10 capítulos, donde las hermanas de Amaia y su tía se desarrollasen como debían, hubiese complicidades personales veteando la investigación, las pasiones fuesen verdaderamente inevitables, la iglesia y las supersticiones aportasen telarañas inquietantes mejor colocadas (algunas, por desgracia, parecen de fiesta de Halloween)... 

Pero además del cambio de formato hubiese sido necesario separarse de Dolores Redondo en algunos tramos (no sé si es que ella podía imponerse por contrato), fundiendo pistas, acortando dictado de datos, ganando en las relaciones, eliminando o desarrollando personajes. Tanto empeño por atar hasta el último cabo, incluso a costa del hecho cinematográfico, y dejan al albur elementos de enorme importancia en la primera (el basajaun) o en toda la trilogía (el consejero del FBI). 


Para terminar, una reflexión con miaja de sarcasmo: la prota tiene que estar casada con un estadounidense (inequívocamente demócrata), no hay en Navarra o España entera un hombre a la altura en amor, comprensión y entrega. Marta Etura es la jefa y ha trabajado con el FBI y habla inglés. En no pocos momentos de la historia del Batzán parece que eso le otorga un plus, no de formación, sino de "qualité". 

No me extraña, apenas si me irrita: asesinos en serie, celdas de aislamiento y diseño, sectas triunfantes, familias predestinadas a la tragedia de sangre, pistola y linterna sin encender las luces... todo respira referentes de allende los mares, luego qué importancia tiene añadir un FBI y un marido, que hasta venden mejor.

Pero me estoy metiendo ya en otra sección del blog, que se llama Las guerras perdidas.


  

1 comentario:

  1. Vi en su momento la primera de la trilogía y ciertamente no me dejó interés por continuarla.
    Lo mejor de aquella peli la fotografía, gran trabajo técnico que supongo han mantenido en las secuelas, pero nada más que destacar (al menos en la primera) pues él guión debía tener un hilvanado más consistente para que convenciera al menos un poco más.
    En el cine español ya hemos visto que el trabajo técnico puede ser muy bueno, incluso el interpretativo, pero muchas veces el guión no está a la misma altura.

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