miércoles, 8 de julio de 2020

La noche de 12 años


Álvaro Brechner, el director, ha cocinado previamente a ésta las notables Mal día para pescar y Kaplan, y algunos cortometrajes que no he visto. Le ha sentado bien a una película de materiales tan delicados y potencialmente explosivos como los que forzosamente deben manejarse en La noche de 12 años. Porque aquí tres tupamaros detenidos (entre los que se encuentra el Pepe Mújica que fue presidente del Uruguay), pasan las de Caín de cárcel en cárcel, de celda en celda, de puteo en puteo durante más de una década.

Hay momentos de escalofrío, propios de milicos del Cono Sur poniéndose malvados por puro gusto, pero no hacen falta demasiados, pues los hechos son de por sí elocuentes. Hasta el absurdo del conducto reglamentario aplicado a una letrina manifiesta a las claras aquel calvario.


En medio del horror desproporcionado que supone el castigo de los vencedores sobre los vencidos, hay tiempo para todo: para imaginarse fuera, para hacer amigos por la mínima, para hablarse a través de la pared, para encontrarse con médicos de diferente catadura y miedo, para volverse loco y recomponerse. 

De lo que va sucediendo entre tanto en el exterior apenas se sabe, ese es quizá el déficit de la historia. Pero imagino que consciente, pues los protagonistas (muy bien los tres), viven sumergidos en la oscuridad: una larguísima noche de 12 años.


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