viernes, 3 de julio de 2020

Intérpretes fulgurantes 6: María Luisa y Agustín


María Luisa Ponte era una actriz enorme en un cuerpecito de señora con malas pulgas, como muy de lunes. Cuando se hizo mayor, se convirtió en el reverso agrio de Chus Lampreave, pero sé de buena tinta que en realidad tenía un excelente humor personal, lo tuvo siempre.

Fue pareja de Agustín González durante treinta años y uno se los imagina ensayando mano a mano su especialidad de personajes cabreados para la gran pantalla.

Trabajó con los grandes: Berlanga, Ferreri, Fernán Gómez,  Camus, Picazo, Armiñán, Miró... El último fue José Luis Garci, que le hizo el mayor regalo de su larga y magnífica trayectoria: La hermana tornera de Canción de Cuna.

Un beso, María Luisa. “¡Pues nos ha merendao!”



Y vamos a don Agustín González. Participó en El mundo sigue, Plácido, Atraco a las tres, La regenta, La escopeta nacional, El nido, Volver a empezar, El viaje a ninguna parte, La colmena, Las bicicletas son para el verano, El crack II, Los santos inocentes, Stico, La corte del faraón, La vaquilla, Belle Epoque, Los peores años de nuestra vida, El abuelo,… En pocas hizo de protagonista, en todas estuvo impecable.

Giménez Rico solía decir que era el actor que mejor se cabreaba del cine español, quizá por lo mítico que se hizo su cura de la mano de Berlanga (lo que yo he unido en la tierra no lo separa ni Dios). También componía unos malvados, que solían esconder a pobres diablos, absolutamente memorables.

Pero si se le sigue mejor la pista (el escritor de El mundo sigue, el ciego de La marrana, el sensato padre de Las bicicletas…, el servicial Albajara de Volver a empezar), se verá lo versátil que era don Agustín. En teatro –doy fe- era un monstruo. Ahí va también para él este pequeño homenaje.


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