No diré que esta película se convertiría en título palomitero de culto si la hubiesen hecho en los 80, pero tiene su gracia, su ritmo y su heroísmo de vuelo corto. Vamos, como las de los 80.
Paramount se tomó la molestia de hacer en 2020 un blockbuster familiar que no diera arcadas XXI y se encontró con la pandemia obligándoles al fin a estrenar en plataforma.
Pero es cine. Cine palomitero honesto y ameno. No inventa nada aunque tampoco plagia a lo gorrino. Y no se toma demasiado en serio, lo cual se agradece. Escoge el tono justo que le da un cuaderno de dibujo.
El chaval, Dylan O´Brien, se deja de laberintos en los que correr con cierta solemnidad boba, para tomarse un respiro y demostrar que de una ciencia ficción básica pero coherente se puede hacer algo mejor -comedia- y salir triunfante. Jessica Henwick despliega una belleza luminosa pero, además, sabe mirar, besar y repartir estopa. Con eso, un perro fiel, una "niña mad-max", un puñado de refugiados de buena voluntad, un robot bien escogido, tres malvados chapuceros y la colección de bichos letales o no tanto, la aventura está servida.
Puede que la selecciones para echar la siesta y al terminarse aún no hayas cerrado el ojo.
O te va el amor o te van los monstruos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario