martes, 27 de agosto de 2024

Conclusiones de agosto

A falta de ver Longless y la pequeña epopeya animada de Buffalo Kids, sin reseñar Cuerpo escombro y Odio el verano (sus títulos y trailers hablan casi por sí solos), me parece que puedo ir haciendo balance.

España es a las comedias televisivas lo que Estados Unidos a los blockbusters desaforados.

El resultado -cinematográficamente hablando- es similarmente malo. Pero ellos tienen de mercado el mundo.

Ni uno ni otro sale de su carril. Todos perdemos.


viernes, 23 de agosto de 2024

El conde de Montecristo

 

El conde de Montecristo es la novela favorita de los torcedores de tabaco de Cuba, que se la escuchaban día tras día al lector en galera, como quien sigue una telenovela adictiva (antes radionovela, antes novela por entregas). Tanta aceptación tuvo la obra, que dio nombre a una nueva marca para la que entonces se torcían los habanos destinados a convertirse en los más vendidos del mundo: los Montecristo.

Algún día en Cuba se escribirá y rodará esa historia, entre tabaqueros, lectores, novelería francesa y venganzas tropicales. Mientras ese momento llega, la industria gala ha retomado los clásicos del gran Dumas para llevarlos a pantalla, sacando músculo de producción y acertando con el ritmo narrativo. Tanto es así que los responsables de la enésima versión cinematográfica del conde son los mismos Matthieu Laporte y Alexandre de La Patellière que han dirigido Los tres mosqueteros: Milady.

Desde luego, parece imposible en el cine caro que se inventen nada nuevo. Para muestras la cartelera del verano: Alien: Romulus -séptima secuela del xenomorfo-, Gru 4, Del Revés 2, Deadpool y Lobezno -o Deadpool 3 with Friends- y, por supuesto, El conde de Montecristo.

En nuestra representación, más barata, Padre no hay más que uno 4 y Cuerpo escombro. Para qué hablar. El cine español va dando tumbos de comedieta en comedieta, con todo el espacio disponible y vacío para una épica propia y unas adaptaciones literarias inexplicablemente desterradas de los planes de producción.

Los franceses parecen contar con otras premisas. La primera y más importante, una convicción de hierro en que su público más próximo, el de la República, es aún fiel a lo que engrandece la historia patria, su arte y artistas, palacios y buques, soldados y aventureros… Esa inolvidable literatura decimonónica de folletín, repleta de héroes y villanos, presidios y riquezas, amor y venganza.

El conde de Montecristo es una historia tan buena que nadie ha sido capaz de estropearla (¡y mira que hay adaptaciones en las que se han hecho méritos!). Todas y cada una de las versiones para el cine han introducido modificaciones al desarrollo original de Dumas, por distinguirse, por aportar… En esta versión también. Aunque esas novedades son innecesarias, como suelen, tampoco le estorban a la película. Los actores, con Pierre Niney a la cabeza, están bien escogidos, la historia avanza muy bien contada, los escenarios lucen espectaculares... En resumen, una gran producción europea, la única que ha tenido el coraje de caer en verano sobre la cartelera española. Ni la nuestra, ni la italiana (¡ay, la italiana!), ni la inglesa están ni se las espera.

Sólo he echado en falta algo más de mimo en el papel clave del abate Faria que, en mi opinión, siempre fue el gran personaje de la obra. Y, por el contrario, me ha sobrado ese tic que parece irrenunciable en la Francia de hoy: la persona gay aunque aparezca como personaje tangencial. No hace falta incluir una representación por mínima y sutil que sea del “colectivo” en absolutamente TODO, majos.

Me parecería más rompedora esa versión en la que el Conde se lee, mientras un montón de torcedores cubanos manufacturan los puros que terminarán llamándose Montecristo. Ahí lo dejo, mes amis



lunes, 19 de agosto de 2024

Adiós, Delon

Ha muerto Alain Delon. El Polar se está derritiendo de pena.

Todo ahora es, por descontado, notablemente peor sin él.


sábado, 17 de agosto de 2024

Alien: Romulus

Creo que solo me he saltado una de la saga que, junto a la de Indiana Jones, se agarra a mis querencias como ninguna otra en la historia del cine anglosajón moderno.

La primera de Alien (el octavo pasajero) es el referente, claro, uno de los mejores cifis terroríficos, si no el mejor, de la historia del cine. Y la revelación de esa actriz que ya figura en la orla como una de las más grandes (y altas) de su generación.

Cameron con Aliens hizo otra cosa, muy Cameron, enérgica, trepidante pero fiel al espíritu de las pelis con xenomorfo. Fincher se marcó un Fincher, cuidado, aparentemente rompedor y un poco vacuo, pero aún así atinado. El más marciano invitado a la fiesta fue el director de Delicatessen, y se dio una vuelta por donde le vino en gana, pero seguía teniendo a Sigourney, más guapa que nunca.

Luego vinieron Prometeus, con buena actriz sustituta y notable sintético, aunque metafísicas sobrantes (si explicas el monolito lo jodes), y Covenant, que me salté. De lo de Predator contra Alien ya hablamos otro día.

Ésta de Romulus es la más reciente, se acaba de estrenar en cines con el run run de que está en el grupo de las buenas. Lo cierto es que lo está, se toma su tiempo en construir contexto espacial, personajes y motivos, demora inteligentemente la aparición del monstruo y cuando empieza el baile lo lleva con ritmo. Sólo dos decisiones a pantalla son patinazos (opinables), pero a una te habitúas pronto y la otra llega muy al final. Para entonces has visto un tour de forcé al más puro estilo Alien, que bebe de todas lo poco que necesita y añade algunas ideas propias muy brillantes.  

Supongo que habrá más. Seguiremos salivando ácido.

Gena Rowlands

Gena tuvo mucho aguante. Supongo que ayuda nacer en Madison, Wisconsin, tener una madre de Arkansas y pasar la adolescencia en Milwaukee en los años cuarenta. Todo tan cinematográficamente norteamericano.

A los 24 se casó con John Casavettes, ese tipo raro, actor-director cuando nadie era ambas cosas, al que Garci ubicaba entre Godard y Bogart. Con él en la batuta y a veces en los repartos Gena hizo muchos de sus grandes papeles para el cine, en mi opinión Una mujer bajo la influencia, Opening night y Gloria sobre todos los demás, que fueron muchos y excelentes.

Cuando se hizo mayor y viuda, le pasó un poco lo que a la Bacall: empezaron a llamarla para dar empaque a señoras con pasado, agallas y arrugas bien llevadas. Paradójicamente, fueron esas secundarias lujosas por las que el gran público empezó a reconocerla, convirtiéndola en una presencia agradecida, donde su sapiencia y atractivo se atemperaban por obra y gracia de la edad, frente a la mujer-furia que había encarnado de joven.

Gena Rowlands, como cualquier gran actriz que se precie, fue muchas Genas y varias Rowlands distintas. En todas derrochaba talento y estilo, aunque ella muriese sin poder recordarlo. Lo haremos por ti, reina.  


lunes, 12 de agosto de 2024

La trampa (del verano)


Ayer fuimos a ver La Trampa en el cine del puerto.

Por qué.