Cuando a esto aún no lo llamaban "cuota" en Hollywood, ya la había. Dos o tres actrices mexicanas (nuestra Sarita Montiel puntuaba en esa categoría), alguna francesa perdida en burdeles o revoluciones western, una inglesa estiradita para las institutrices y varias italianas fogosas y frondosas que aliñasen las superproducciones biblicas, romanas, bélicas, románticas o circenses.
En ese último lote estaba Gina Lollobrigida en los años 50 y posteriores, bella de ojos y perfil, perfecta en media melena o cabello corto, con una silueta de avispa que quitaba el hipo.
Un escritor amigo me contó una vez la anécdota vivida por sus padres, con la Lollobrigida como centro del drama. La pareja de primogenitores de este narrador iba siempre al cine con un grupo formado por varias parejas más. Así lo hicieron para ver Trapecio, aquel melodrama con Burt Lancaster, Tony Curtis y la tercera en discordia, la ambiciosa Lollobrigida loquita por el aplauso de la pista central.
A la primera que salió ella en pantalla grande con su modelín de trapecista, una de las mujeres del grupo espetó a la estrella: "¡eso es faja!". Pero, no contenta con denunciarlo una vez a pulmón herido, siguió quejándose escena tras escena en la que Gina lucía cinturita imposible: "'eso es faja!" por aquí, "¡eso es faja!" por allá.
Hasta que otro espectador de varias filas más atrás gritó: "¡pues cómprate una faja tú y déjanos ver tranquilos la película". Nadie del grupo se levantó a buscar al espontáneo entre las caras de guasa que cubrían la platea.
Gina siguió brillando una década larga sin necesidad de faja. Y luego le duró la carrera lo suficiente para acumular más de treinta premios internacionales, incluyendo siete David de Donatello, un Globo de Oro, un oso de Berlín y un puñado de grandes premios más. Trabajando entre otros muchos, con Lattuada, Germi, Monicelli, Comencini, De Sica, Siodmak, Vidor, Dassin, Delannoy, Sturges, Reed, Mulligan, Clair, incluso Varda.
Ha fallecido a los 95. En Italia entierran sin faja, como en los circos de trapecio, riesgo y aplausos. Arrivederci, Gina.
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