He aquí una de esas películas que prueban lo importante que es una estrella de cine para un título menor, remake de uno europeo. Plana y grata a partes iguales, con unos flashbacks que dan un poco de sonrojo diabético, lo demás aguanta y entretiene gracias a Tom Hanks y Mariana Treviño. Ellos son lo bonito de la función, todo lo demás es meramente accesorio (niñas y marido de la vecina, viejos amigos del amargado Otto, malvados de inmobiliaria...).
Cada momento que la sonrisa o la emoción afloran (menos de los deseables para este tipo de pelicula), es gracias al gruñón y a su contraparte mexicana que siempre tiene un tupper de comida a mano, para obligar a su vecino a aplazar las decisiones drásticas.
El guión tiene trampas y concesiones a mansalva, incluyendo guiño con calzador a la moda de asuntos de género que, por eso de la sociedad pendular que padecemos, ahora parecen afectar a la mitad de la población occidental.
En fin, no es la peor película del mundo, solo algo que parece que los estadounidenses (borrachos de espectacularidades aparatosas), están olvidando hacer realmente bien, hasta cuando sale Tom.
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