lunes, 13 de junio de 2022

Jurassic World: Dominion

 

Lo confieso, fuimos a la que fueron todos. Hicimos la clásica gilipollez veraniega, llegar tarde a la que nos interesaba y meternos en la que tenía un pase cada cuarto de hora. Ya digo, un error muy propio de la estación, que estábamos cometiendo a sabiendas.

Lo hubiéramos pasado bien los tres que íbamos, no obstante, si no hubiese primado la incomodidad de reírse con lo que otros puedan estar disfrutando previo pago. Pero motivos para el descojono destructivo la película tiene cien, tantos como frases y comportamientos sonrojantes de los personajes, variedad innecesaria hasta el ridículo de dinosaurios, con pelo, con pluma, con escama, cresta, pico, ala, aleta…., subrayados infames de la banda sonora (¡esa musiquita bambi con la madre y la niña veloci-raptoras correteando por el bosque…!). En fin, un no parar. 

Mi hija pequeña, entre el cachondeo y el bochorno, soltó más de un "¡madremía!"

Para colmo, juntan a cuántos intérpretes de la saga se han animado a desfilar por esta ¿última? entrega. Y, como he leído por ahí, esas reuniones en plano sólo sirven para que los actores se estorben unos a otros, sin nada realmente significativo que hacer.


Los supuestos guiños a momentos celebrados de tiempo atrás (protegerse tras el coche, pasar por la excavación académica, huir en moto de los depredadores, llevar chaqueta de cuero y gafas de pasta… ), sólo sirven para confirmar que las buenas ideas dejan de serlo por reiterarlas con menos talento del que se empleó la primera vez. 



Claro que, cuando ves las novedades, entiendes por qué se agarran a lo conocido con uñas y dientes. Lo novedoso tampoco lo es tanto, hay recuelos de otras sagas y, para el caso, vale lo mismo Mad Max que Bond o Bourne. El laboratorio con líder pulcro y con gafas, que busca el control bienintencionado de todo, también nos viene sonando. La rubia inexplicable parece la secretaria de Síndrome en Los increíbles. Sobre las “cuotas” de género, raza, ecologismo de baratillo y animales Disney, mejor ni hablar.



Únicamente una secuencia da realmente la talla, demostrando lo que la película pudo ser y no es. Sucede en una simple charca llena de verdín, con una persona aguantando el pánico y un monstruo acercándose más y más. Cinco minutos de oro bajo dos horas veinte de chatarra. 

O el dinosaurio soy yo.

3 comentarios:

  1. ya os vale, estaba cantado, y harán otra porque ha picado to dios

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  2. Totalmente de acuerdo en que la mejor escena es la que mencionas de la charca verde, la cara de pánico y un monstruo (lento) acercándose, no debía tener mucha hambre.
    A mi me molestaba mucho los cambios de plano en donde los que estaban en un sitio en el radio de acción de la dentadura del dinosaurio ya estaban en otro, habían subido (de un plano a otro) unas escaleras de gato que hay que subirlas de uno en uno, así hubo bastantes que cantaban demasiado, podían haberlo hecho mejor.
    La parte de la presa helada y el dinosaurio nadador vaya tela.
    Mención aparte para lo que dices, sobre diálogos y recursos demasiado recurrentes.
    Podían haberla hecho mucho mejor, pero se ve que este director es de los que no hilan muy fino.

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    1. es el problema de la mayoría de las sagas, que el director acaba siendo un mero contratado más, los guionistas van por la pasta, los intérpretes rescatados de antriores episodios ven la ocasión de estar de nuevo visibles para la industria y así. Nadie parece pensar en que la película es lo que importa, porqe es la caja lo que importa, no se hace por ningún otro motivo.

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