viernes, 16 de febrero de 2018

Cuando dejes de quererme


Se estrena hoy, como una fina loncha de jamón entre la de Marvel y la de Del Toro. Cuando dejéis de querer estas pirotecnias, seguramente se agradecerá más esta clase de película bien hecha y sin demasiado estruendo.

Coyunturas y modas fílmicas aparte, Cuando dejes de quererme es una película interesante y bien contada, aunque no alcance la intensidad deseable en todos los momentos narrativos en que la necesita. La intriga es adecuada, el humor agradecido, el romance no por convencional menos deseable. Casi todo a cargo de un trío protagonista idóneo, especialmente ella.


Pero en medio de tanto ruido y furia (que bien podía llevarse a un pasado como el de Durango en los 60 o en el 2000), a esta película le falta algo de tensión, ese no sé qué que suele nacer en la mesa de montaje, para que la historia no sólo interese sino que además apasione. El arranque lo pone en evidencia: va al grano y funciona, pero carece de pegada.

Podríamos decir que la narración se toma su tiempo y el crescendo se beneficia, pero conviene distinguir entre el jamón de york y el serrano. Entre la simpatía de Eduardo Blanco y la vulnerabilidad de Flor Torrente

Pejiguerías aparte, Cuando dejes de quererme se ve con agrado. No reventará la taquilla, puede que ni lo pretenda. Como no soy productor, diré que últimamente hasta resulta un consuelo.


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