Se estrena hoy, como una fina
loncha de jamón entre la de Marvel y la de Del Toro. Cuando dejéis de querer
estas pirotecnias, seguramente se agradecerá más esta clase de película bien hecha
y sin demasiado estruendo.
Coyunturas y modas fílmicas
aparte, Cuando dejes de quererme es una película interesante y bien contada,
aunque no alcance la intensidad deseable en todos los momentos narrativos en
que la necesita. La intriga es adecuada, el humor agradecido, el romance no
por convencional menos deseable. Casi todo a cargo de un trío protagonista idóneo,
especialmente ella.
Pero en medio de tanto ruido y furia (que bien podía
llevarse a un pasado como el de Durango en los 60 o en el 2000), a esta película
le falta algo de tensión, ese no sé qué que suele nacer en la mesa de montaje,
para que la historia no sólo interese sino que además apasione. El arranque lo
pone en evidencia: va al grano y funciona, pero carece de pegada.
Podríamos decir que la narración se toma su tiempo y el
crescendo se beneficia, pero conviene distinguir entre el jamón de york y el
serrano. Entre la simpatía de Eduardo Blanco y la vulnerabilidad de Flor
Torrente.
para día del espectador me la apunto
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