lunes, 30 de enero de 2017

Vidas paralelas: Money Monster y Cien años de perdón


La estadounidense tiene a George Clooney y a Julia Roberts. La española sólo puede esgrimir a Luis Tosar, aunque asomen un poco la patita Arévalo, Coronado y Callejo (Rodrigo de la Serna tiene carrera al otro lado del charco, pero aquí todo lo que no sean Darín o Peretti…).

Las dos películas juegan al discurso los-que-manejan-son-los-que-roban-de-verdad, aunque muy pronto lo utilizan bastante superficialmente, casi como mcguffin, salvando las distancias con el gran Alfred.


Las dos películas tienen su mejor baza en los primeros minutos, en los que el escenario principal se convierte en ratonera y van perdiendo fuerza a medida que avanzan en su desarrollo, donde lo predecible se impone, más -a mi juicio- en la de Jodie Foster.

El ritmo es mejor en la de Daniel Calparsoro, un director con nervio al que deberían recomendarle que no meta mano en los guiones. Ésta es de las pocas en las que no lo ha hecho y tuvo un éxito en taquilla inusual. La Foster me parece más idónea para construir historias de personas que para filmar una situación límite y sólo el carisma de sus actores principales mantiene el interés que el ritmo no logra.


Las dos han cogido situaciones trilladitas y han ido saltando de lo contundente a lo fácil, de lo prometedor a lo ya visto, del discurso a la anécdota, durante sus aproximados 100 minutos.

Es interesante que la propuesta norteamericana termine por echar un capote al sistema, de modo que las malas prácticas se personalicen en malvados con nombre y apellido, mientras que en la española sea la madeja de políticos y empresarios la que quede como mala del paseo. Aunque algunos personajes encarnen esa “mancha”, importa más que hablemos del partido y sus asesores, del empresario y sus dossieres, del CNI, de la Guardia Civil, de la presidenta, que de quiénes son o cómo se llaman. De milagro, la policía y los medios tienen su lado positivo y pueden acorralar a los poderosos de las malas prácticas en ambas.


La española esta vez ha tenido la ventaja que por lo general esgrime el cine de Hollywood. Hay final feliz para quienes el espectador prefiere. Quien roba a un ladrón… 

1 comentario:

  1. En los EEUU los males siempre tienen nombre y apellido, se individualizan. Esto es un peligro, claro, pero lo contrario supone otro peligro: que, al no individualizarse, las barrabasadas o crímenes se diluyan en una "red" donde las responsabilidades sean casi irrelevantes...

    ResponderEliminar