He aquí un ejemplo impecable de
lo que pasa entre David y Goliat, o entre Goliat y David: el cine industrial de Hollywood y el
esforzado del resto del mundo (dejamos fuera a China e India por su
excepcionalidad y a Inglaterra o Australia porque ya forman un conglomerado con
el cine norteamericano, al menos para las producciones con más ambición
comercial).
Las Ocho Montañas
es una película bonita, no muy redonda pero sí auténtica, de sentimientos
profundos contados con sinceridad. Es una historia de amistad masculina que
recuerda a veces a la de Dersu Uzala (sin el talento descomunal
del viejo Akira) y otras a títulos menos ambiciosos agarrados a la primera
etapa vital de los personajes, cuando un crío es de pueblo y el otro de ciudad.
De hecho, es esa primera parte de
la historia, dos chavales de mundos opuestos haciéndose amigos, la que funciona
mejor. Y aquí llegamos a lo que le sucede a este cine respecto al cine
norteamericano. Pasado el tiempo de la niñez, en el que a los actores les basta
con ser buenos sin ser conocidos, tomamos a actores ya adultos. Estos de Las Ocho Montañas pueden ser solventes y hasta conocidos en su tierra, pero carecen del carisma
que ganarían de inmediato siendo norteamericanos de recorrido internacional.
No es lo mismo tener un Matt Damon que un Alessandro Borghi, un Adrien Brody que un Luca Marinelli. Aunque mis ejemplos tienen ya una edad excesiva, cualquiera puede imaginárselos diciendo lo que estos amigos se dicen, sintiendo lo que ellos, corriendo su suerte. Y lo más deprimente es que esas penas y alegría, las mismas, en Damon y Brody nos importarían más.
Hollywood cogería Las Ocho Montañas y la convertiría en una película más bonita y emotiva, (banda
sonora a todo jupe), de muchísimo éxito y reconocimientos, aunque todo quedase
menos auténtico. En la versión hollywoodiense, hasta nos hubiésemos tragado sin pestañear el recurso bien manido del escritor viajando por lo exótico del mundo (para el caso el
Himalaya), o la clamorosa falta de papel de la tibetana.
Creo que los italianos no han conseguido coronar del todo las ocho cumbres, aunque Hollywood es incapaz de inventar historias así, ya no las escribe ni fallidas. Goliat, no obstante, sigue valiendo para hacerles mejor “el traje”.
De la peli coincido. Bien, sin más. Pero muy interesante lo que planteas de esta historia en Hollywood. Muy tu blog, claro
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