lunes, 12 de diciembre de 2022

Los renglones torcidos de Dios

 
En varios momentos tuve la sensación de que hubiese sido una excelente miniserie de tres episodios. Porque Oriol Paulo tiene tanta seguridad en su buen pulso narrativo que desperdicia personajes, situaciones y hasta escenarios. Solo le importa conseguir el ritmo trepidante de una intriga artificiosa a más no poder, pero entretenidísima y completamente satisfactoria para el espectador medio.

Los renglones torcidos de Dios parte de una novela de la que apenas deja la raspa, para construir un ejercicio tramposo pero hábil que tiene sus mejores bazas en Bárbara Lennie, Eduard Fernández y el juego sibilino de los tiempos narrativos.


La puesta de largo del guión en pantalla deja pistas para que las claves del misterio se puedan rastrear, exhibe músculo en los escenarios (aunque ya digo, desaprovecha bastante el principal), se permite pasotes disonantes que encajan en el conjunto (la jaula, la danza yeyé), y se monta una trama de muñecas rusas que sólo los resabiados como yo saben con certeza cómo va a terminar.

Lennie lo hace todo bien, aunque no se llevará el Goya. Solo le falta un cruze de piernas delante de los psiquiatras más blandengues. 

A Paulo no le interesan los renglones torcidos, sino los retorcidos. En ese campo, como siempre, aprueba con nota.

2 comentarios:

  1. No aburrirse en una peli de dos horas y media ya es algo, vaya por delante. Cuente lo que cuente, lo hace limpiamente y con ritmo. Y dirige bien a actores cuyos personajes tienen motivaciones que caben en un post-it

    Por detrás: TODO por la trama. Lo dicho del post-it es la consecuencia. El psiquiátrico parece Los piratas del Caribe (la atracción de Eurodisney, no la peli). Los flashBacks tramposetes sobran. Y el final, hasta si no movieramos LA TRAMA se cae por el barranco. Lo que hace el personaje de Fernández más que de psiquiatra es de mal mago...cerrando una película

    Es tú problema, me dirá Oriol

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    1. La memoria comparativa juega en contra nuestra. Y Oriol vuelve a ganar haciendo trampas que a casi nadie importan

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