Maurizio Nichetti, que habrá cumplido los 75 o estará a punto de hacerlo, es uno de esos cienastas europeos que aparecen de vez en cuando tomándose en serio el humor en pantalla.
Varios de ellos se hicieron universales, otros revasaron su frontera nacional con un título emblemático (y alguno más que pescaba espectadores arrastrados por el éxito anterior), otros han estado siempre en los márgenes de su propia casa, produciendo rarezas estupendas.
Nichetti está entre la segunda y la tercera variante. Tiene diez películas como director, guionista e intérprete y unas cuantas más en las que solo ejerce el arte del guión o el interpretativo. Su primera película para el cine como autor todoterreno fue Ratataplan, exitosa en Italia, aclamada en Venecia, estrenada en España en 1980.
Que alguien la rescate, por favor, TV en abierto, plataforma, retrospectiva festivalera o cine de reestreno (¿o solo vamos a reestrenar Avatar?).
Ratataplan sigue fresca, ahí va un fragmento que lo certifica:
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