sábado, 14 de diciembre de 2019

Danny

Llevaba una década retirado y pasaba de los ochenta años, pero era de esos actores que te gustaría toparte en cualquier película durante toda la vida. En los años setenta del siglo pasado, casi como figurante con frase (y qué frase!), se coló en El Padrino II. Poco después participaba en Érase una vez en América, la catedral de Leone.

Pronto fichó por el magnífico Allen de los ochenta (Broadway Danny Rose, La Rosa Púrpura del Cairo, Días de radio) y destacó en Hechizo de luna como novio de Cher pegado a las faldas de mamá y en Haz lo que debas, que valió a su pizzero acalorado su nominación al Oscar. 

Trabajó con Altman, Besson, Becker... Hasta se embarcó en las aventuras internacionales de Trueba y de Gómez Pereira. Recuerdo ahora especialmente su gángster de Two much enamorado de la entonces bella Melanie Griffith, advirtiendo a Antonio Banderas que le rompería un hueso por cada lágrima que ella derramase: "Y ya sabes que llora mucho".

Hoy te lloramos a ti, amigo. Buen viaje a la inmortalidad.


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