domingo, 11 de agosto de 2019

Dolor y Gloria



Dolor y Gloria es la última estrenada por Pedro Almodóvar hasta la fecha. En comparación a las tres anteriores, es una joya. En el conjunto de su filmografía, una de las buenas.

Bien escrita, rodada, interpretada y editada, Dolor y Gloria se dedica más al dolor que a la gloria. Porque la gloria, frente al dolor, compensa poco, hasta puede quien la alcanzó reírse de ella sin hacer sangre (“¿cómo puedo gustar tanto en Islandia?”).

Después de varios patinazos, Almodóvar vuelve a encontrar la manera equilibrada y grata de meter sus largos parlamentos narrativos en el conjunto de la película, haciéndola volar en lugar de tirarla hacia abajo. Cada vez más, algo inevitable por su aislamiento en la cima, los guiones de Almodóvar, más que diálogos, acumulan narradores sucesivos de historias contadas a un personaje oyente o al espectador sin más intermediario que la voz en off.

Pero aquí sienta bien (la variedad de soluciones de puesta en escena ayudan): el protagonista es un hombre sólo y acorralado que se recrea en sus recuerdos para sobrevivir sin trabajar. Sueña en cine porque no puede hacer cine. Retoma algunos contactos e intereses por aburrimiento vital, pero eso mismo le permite ir apuntando destellos del artista que se resiste a morir.

Antonio Banderas está soberbio, como suele con Almodóvar y como apenas tiene oportunidad de demostrar en el cine anglosajón, que le ha embarrancado de un tiempo a esta parte en secundarios poco relevantes o en protagónicos de pelis de mamporros serie B.

El resto del reparto, con mención especial para Julieta Serrano, también lo hace muy bien. Hasta un color de ojos le vale esta vez al director para armar la estructura que revela el final del relato.

Sólo asoma la patita de lobo en algunos guiños que a mí nunca me convencieron: las referencias cinematográficas que escoge remiten siempre a obras maestras que admira pero nunca alcanza, y Cocteau frente a Mallo apunta a soberbia.

Por lo demás, ya digo, estupenda película.

1 comentario:

  1. Yo la disfruté tanto que fui dos veces muy seguidas a verla a la pantalla de cine.
    Y esa historia, dentro de una historia y dentro de otra, y de otra y de otra más me fascinó. "Dolor y gloria" es una matrioska fascinante llena de autenticidad pues cala en lo más hondo, en el alma, a su director.

    Beso
    Hildy

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