miércoles, 11 de abril de 2018

El último invierno versus Sergio y Sergei: Dos precariedades.

En menos de doce horas, he asistido a un preestreno y a un pase de prensa, para ver una película española rodada en Asturias y una producción hispano-cubana sin demasiado revuelo.

Había diferentes presupuestos en solfa y no se repartían  como se puede pensar a primera sangre, pero en ambos casos me pareció presenciar un cine “en precario”, que será arrollado por Los Vengadores en cuanto llegue el momento.  Es una guerra perdida, qué le voy a hacer, esas son mis favoritas.


EL ÚLTIMO INVIERNO

Julio de la Fuente es un kamikaze. El cine siempre ha tenido gente así, a Dios gracias: adictos a rodar con más o menos talento, con más o menos pasta; a inventar historias para llevar en persona a la pantalla; a conseguir complicidades y aliados; a ser por una noche Rupert Pupkin, rey de la comedia, o fracasar en el intento.

Viendo El último invierno, me preguntaba cuántas páginas de guión fueron arrancadas por falta de fondos. Y eso que uno nunca sabe si las páginas estuvieron de partida ahí y en el orden idóneo, si los actores aportaron mejoras o patinazos al texto, si la necesidad hizo aflorar o hundirse alguna virtud.

Aquí se hunden muchas. El dinero es poderoso caballero, claro, y una película hecha a pulmón (50.000 euros en el cine es NADA), acabará chocando con esta realidad tozuda. Además, el cine “en precario” canta más en el Primer Mundo que en el Tercero. Eso, o tienes un talento irrompible, de los que apenas van quedando a la vista.

Julio tiene, sobre todo, perseverancia. La cantidad de localizaciones que se atreve a utilizar, personajes, historias cruzadas, desdichas y tonos (sin una banda sonora que todo lo empaste), lo demuestran de sobra. Pero rueda sin arreglista y sin cachés, o sea, sin pasta. Para no dar más rodeos: su protagonista está demasiado verde. Da el físico (hasta casi el final) y funciona en algún registro, aunque no en todos los que la película precisa, que pasan de la media docena.

No basta con parecerse a Keanu Reeves ni acentuar ese parecido. Incluso es preferible huir de él.

Julio necesita también un montador más hábil, más implacable, que se plante cuando hay que tirar minutos a la papelera aunque la película baje de la hora y media, o que reordene secuencias cuando toca para que el conjunto encaje mejor. No sé cuánto y cómo se ha podido rodar, pero hay secuencias innecesarias y otras decisiones de montaje desaconsejables.

Aun así, la película contiene elementos valiosos, actrices solventes, un chaval prometedor, momentos de interés, varios destellos de intensidad genuina, que podrían ser más y mejores, de los asturianos y de los otros.

Ya digo, sin presupuesto fuerte, esto es jugársela a pulmón o a puros huevos.  Olé los tuyos, tío. Más suerte -y dinero- la próxima vez.


SERGIO Y SERGEI

Esta película tiene presupuesto, ojo (Mediapro mete candela), y el director viene de una cinematografía curtida y un reguero de premios por Conducta. Pero buena parte se rueda en Cuba y os aseguro que hacer cualquier cosa allí tiene más mérito que en la mayor parte del mundo, lo sé de primera mano. O como dicen los habaneros: “aquí todo es con dolor”.

Pero hay una premisa muy poderosa y unos actores perfectos; un montaje hábil y un movimiento de cámara fantástico, que parece milagroso en la casa de Sergio casi más que en la MIR de Sergei.


Ron Pelman, ese raro actor estadounidense que se da caprichos afortunados, cierra el trío protagonista con contadas y escogidas apariciones en pantalla.

La abuela es otra liga.


Por supuesto, Cuba sabe lo que tiene y eso es, ni más ni menos, la propia Cuba: personalidad e historia a manos llenas, la captures hoy, en el siglo XX o en el año de la corneta.

Esta película es Cuba, es el periodo especial (allí, prácticamente no hace falta atrezzo), es USA de refilón (para que enredarnos), es el espacio del cosmonauta, en el que habita y el que le rodea. Y un juego de radioaficionados listos, perdidos y heroicos a su modo.

Humanidad, agudeza, humor, idiomas, música, desencanto  y unas pizcas –algo sobreactuadas- de realismo mágico.

Pequeña pero grande, esta película demuestra que el cine en Cuba sigue siendo uno de los más interesantes de Iberoamérica. Eso sí: Los Vengadores pasarán volando junto a la MIR como meteoritos y probablemente le harán un roto definitivo.

La hermosa precariedad. 



2 comentarios:

  1. Cuándo se estrena la hispano-cubana?

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  2. Supongo que después de que pase por el Festival de Málaga, donde le auguro buena acogida.

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