viernes, 9 de septiembre de 2011

La piel que habito o la naturaleza del escorpión



La primera vez que escuché esta fábula de Esopo fue en una película de Neil Jordan titulada Juego de lágrimas. Lo que la fábula cuenta es cómo un escorpión le pidió a una rana que le llevara en su espalda para cruzar el río. “¡Ni pensarlo!”, dijo la rana “Si te llevo, me picarás”. “No seas tonta" —le respondió entonces el escorpión—. "¿No ves que si te clavo el aguijón, te hundirás en el agua y, como no sé nadar, yo también me ahogaré?" Ante este argumento lógico, la rana accedió. Pero cuando habían llegado a la mitad del trayecto, el escorpión picó con su aguijón a la rana. Y, mientras ambos se ahogaban, la rana preguntó al escorpión: ¿Por qué lo has hecho? Tú también vas a morir". Éste le respondió: —No he podido evitarlo. Es mi naturaleza.

Algo similar le ha sucedido a Almodóvar cuando decidió subirse a una película que no se parecería al “cine de Almodóvar”. Pensó que podría ser fiel a esta premisa (establecida por él mismo como una suerte de reto) pues, en caso contrario, se ahogaría. Así, cuando La piel que habito empieza a cruzar el río, funciona como un deslumbrante enigma, cuidadoso en el encuadre, intrigante en la rutina de los carceleros y su víctima. Sólo la imposible cabellera asignada a la Paredes alerta sobre el riesgo de picotazo almodovariano, pero Anaya está bella en su doble piel y Banderas luce inquietante… aún. Entonces entra en juego el “tigre brasileño”, un personaje como escapado de otra película, y el primer y prometedor tramo del film se hace añicos.

A partir de ese momento, la película intenta mantenerse a flote, volviendo a la intriga una y otra vez, para tratar de llegar viva hasta la otra orilla. Pero Almodóvar –es su naturaleza- necesita incluir el número musical de Concha Buika, una vocalista fantástica cuyas canciones, aparte de la potencia estética, no aportan nada al guión. Tiene que empastillar al protagonista la noche crucial. Y regalarle a Agustín Almodóvar su tradicional aparición, para conseguir el único instante de comicidad pura en una película que debería huir del humor almodovariano como de la peste. Recomponer un thriller lindante con el terror después de cada picotazo acaba pasando factura: el desenlace llega tarde y –lo que es peor- ni sorprende ni conmueve.

En fin, a Pedro Almodóvar le gusta apostar fuerte. Pero no ha contado con que es como es hasta cuando se resiste a serlo. En esa piel habita su cine y por eso con esta historia que, por una cruel paradoja, es tan similar al proceso de hacerla, fracasa cinematográficamente como nunca antes le había sucedido al manchego.

Mejor que vuelva el escorpión. Con su aguijón genial, sin complejos, de secano.

2 comentarios:

  1. Comparto esos planteamientos totalemnte. Es muy bueno eso de un Almodóvar que a pesar de querer apartarse de su propia firma no lo logra, desde luego la aparición del gato cachas trae a la memoria otras pelis del director y a mi también me extrañó lo suyo cuando lo vi en el cine. En la sala se tomaron escenas dramáticas como de humor almodovariano y eso indica que algo no está claro en ese film. Yo añadiría a ese desenlace, tardío y poco conmovedor, infantil y simplón. Por mucho que un vacío Banderas se empeñe en cambiar el continente de un pequeño frasco de colonia que es Elena Anaya, ella/él, seguirá siendo lo que es en su interior. Por esa simpleza de objetivos creo yo que no conmueve.

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  2. A mí me gustó todavía menos que a ti "La piel que habito".
    Aunque no comparto tu apreciación cuando dices que las canciones de C. Buika no aportan nada al guión... Es decir, estoy contigo en que no aportan nada, pero no creo que eso sea negativo en sí mismo. Porque, en ese caso, estaríamos defendiendo sólo una cierta tendencia del cine según la cual lo primordial es el guión y todo habría de quedar "atado y bien atado" en torno a él.
    Una de mis películas favoritas, "Bande à part", es de las pioneras en incluir números (bailes, en este caso) que no aportan nada a la "homogeneidad" del conjunto (por así decirse), a la progresión dramática, etc.
    Pero están ahí por algo, o su mera presencia o irrupción cambian, de hecho, la manera como vemos la película entera...
    En fin, que me estoy armando un lío.
    Un saludo.
    www.elcineenquevivimos.es

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