sábado, 9 de abril de 2011

Sin límites


Anticipo que no pagué por verla, sino que asistí al pase de prensa, una circunstancia que paradójicamente suaviza en modo notable mi sentido crítico, aunque la cosa se proyecte a media mañana y en frío. Pero ya digo, no pagas en metálico y eso reduce las posibilidades de irritarse.

El precio aquí es que te toca asistir a una película que reúne algunos vicios rescatados de los 80 (el deslumbramiento por las finanzas y el éxito suntuario), de los 90 (los acelerones de cámara para ponernos psico-moderno-trópicos) y de los 2000 (un guión pueril y De Niro pasando por allí sin mucha gana), y los mezcla con un desparpajo digno de mejor causa.

La historia del escritor que tomando pastillas aprovecha el 100% de su cerebro, convirtiéndose como ya podéis suponer en un súper-hombre yonki de su poción, parece primero una campaña a favor de las drogas, luego contra ellas y finalmente, gracias a ese giro previsible por obligado que le ponen últimamente a casi todo, una especie de apología de la política para iluminados. Y todo ello con buenos actores, un presupuesto molón y una cámara efectiva y efectista, pero contado con el 1% de la capacidad mental exigible para que la cosa tenga de verdad rollo.

Vamos, lo que se dice un taquillazo. ¡A ver si es que vamos a ser los críticos los que somos unos limitados de cojones…!

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