martes, 10 de agosto de 2010

Origen


Si quieres entrar en el Origen del universo Nolan, deberías ir a la última sesión de Plenilunio, un cine descomunal dentro de un centro comercial tremebundo dentro de un extrarradio diseñado por un arquitecto cabrón dentro de una ciudad que en agosto parece de mentira porque apenas se mueve nada en ella salvo un puñado de bebedores desorientados y gente corriente soñando con largarse. Si además has bebido algún trago extra y cenado poco, ya estás en la mejor disposición para experimentar el vértigo calculado de la última película de Nolan.

Manipuladores de sueños que engañan para robar ideas o depositarlas donde no las había se pasean por la pantalla llena de decorados suntuosos, actores cool y alucinaciones milimetradas. Di Caprio recupera el pulso de Infiltrados y da el tono exacto a un yonki de la pesadilla romántica, mientras los demás se conforman con acompañarle para facilitar las explicaciones de la trama (quizá demasiadas) y Marion Cotillard aparece cuando conviene y le mete alma al espectáculo.

Nolan es lo más parecido a un autor que tienen entre los nuevos directores de Hollywood, tal y como allí se entiende (“como no hagas taquilla te metes la autoría en el culo”), porque sus argumentos son originales y cuentan siempre con una premisa novedosa (el rebobinado de la memoria, el insomnio, la magia real o simulada). En el debe, que esas premisas condicionan sus guiones de arriba abajo. De ahí que a menudo dejen un regusto a máquina de precisión hasta para el espectador pasado de copas.

Origen es también una máquina de precisión, quizá la más perfecta de las que ha hecho hasta ahora, pero la presencia de la Cotillard la reduce a un bonito colgante adornándole el escote. El auténtico sueño es ella, mientras la misión de realidades simuladas para millonarios invulnerables que recorre el metraje importa lo mismo que una persecución automovilística, un aparatoso tiroteo o un edificio derrumbándose en cualquier película americana de presupuesto medio. Afortunadamente, Di Caprio y Nolan parecen saberlo y eso alimenta el conjunto de intriga auténtica.

Se rumorea que Origen revolucionará el cine de los próximos años. No lo creo. Encontrar después de las doce de la noche la salida de un centro comercial al desierto poligonero cuando las tiendas están cerradas pero todo permanece iluminado profusamente entre apliques multimarca y restaurantes de cartón piedra, está tan cerca de un sueño inquietante en el siglo XXI como la película de Nolan.

Salvo porque la Cotillard no aparece en él.

3 comentarios:

  1. Lo de perderse por la noche en un centro comercial con tiendas cerradas, portadas de restaurantes de cartón piedra, tiene algo de trastienda de circo ¿no?

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  2. La próxima vez que quieras que alguien lea un articulo, no pongas esa foto de la Cotillard, macho, que es imposible pasar de ahí para seguir leyendo... Dios mio de mi vida, que peaso mujer ;-)

    No creo que Origen revolucione el cine de los próximos años.Pero no será porque no lo merezca, debería: lo que ha conseguido Nolan con esta fascinante peli, pese a su afán por deslumbrar constantemente y que a nadie se le escape lo buen cineasta y lo brillante que es (que lo es, más allá de toda duda razonable) es sumamente grande, más de lo que parece.

    Pero me temo que mucha gente se va a quedar con los fuegos de articio, con la performance de la actuación del mago, por así decirlo, y no se va a quedar con el prestigio del truco, de este elaborado McGuffin que engaña hasta al mas pintado y bajo el cual late tanto una hermosa historia de amor como una segunda película que puede sacarse de aquello que no se muestra, aunque las reglas expuestas lo rijan.

    Me encantan las películas Mind Fuckers. El que quiera profundizar aun más en origen puede darse una vueltita por CineMerida, donde he destripado la peli bien a fondo y con sumo deleite...

    http://cinemerida.blogspot.com/2010/08/origen-reflexiones-para-mentes.html

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  3. sabía que la foto iba a hacerte soñar.

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