lunes, 17 de noviembre de 2025

FCIMérida, vigésima edición.

Y van veinte. 

Que, al contrario de lo que dice el tango, es mucho Festival: muchas películas maravillosas, muchas miradas agradecidas y agradecibles, mucha chiquillería acercándose a la pantalla grande, mucho joven aprendiendo a juzgar la calidad, mucho cinéfilo encontrando su oasis en el desierto de estrenos alternativos fuera de las grandes capitales de siempre.

Un Festival como éste, parafraseando al gran José Luis Cuerda, no es que sea contingente, es que además es necesario. Veinte ediciones, con pandemia global de por medio, resultan además un milagro ciudadano que solo quienes lo esperan cada año son capaces de apreciar en su justa dimensión.

Bueno, al lío. 

En sección oficial:

- Little Amélie

- Resurrection

- Historias del buen valle

- Turno de guardia

- La grazia

- Rebuilding

- Un poeta

- Tres adioses

- La película sorpresa.

Y además, el estreno de El corto de Rubén proyectado en programa doble con Little Amélie.

En cine y escuela:

- Ponyo en el acantilado.

- Salvajes

- El chico y la garza

- Mi vida a lo grande

- La historia de Souleymane

- Daniela Forever

Más:

Exposición retrospectiva de carteles del Festival

Los Premios Miradas

El Jurado Joven

La Gala de Clausura

Y para redondear la efeméride:

Un canal propio en Filmin (filmin.es/canal/festival-de-cine-inedito-de-merida), con películas disponibles de las veinte ediciones.

Difícil, pero no imposible. 

Gracias por resistir.

Frankenstein

Lo de que adaptar Frankenstein otra vez al cine fuera el sueño de toda la vida de Guillermo del Toro es irrelevante. ¡Vete a saber! las campañas de marketing son hace mucho capaces de todo y los abajo firmantes no están para tachar slogans promocionales de sus películas, mucho menos las que produce Netflix, que continúa imparable su neo-posicionamiento de "telecinco del straming". Quiero decir que bastante habrá tenido Guillermo con hacer la película que quiso hacer con dinero de la N, pasando así al exclusivo club de directores de renombre, contratados para compensar tanta chatarra, que se mantienen fieles a su universo y estilo (apenas lo han conseguido Scorsese, Cuarón, Bigelow y él). 

Del Toro ha hecho una gran adaptación en todos los sentidos: en la esmerada y apabullante producción, en el reparto de campanillas, en la razonable fidelidad a la novela de Mary Shelley (incluso encuentra sitio para poner el poema más célebre de Percy). 

Sus licencias respecto al original son asumibles, por pensadas y aplicadas con grandes dosis de técnica, fantasía y genuino romanticismo. Hasta consigue sortear la tentación del espectador avezado para reírse con personajes que parecen extraídos de El jovencito Frankenstein, como el ciego solitario.

Solo pesa la memoria de los talluditos, que conocemos los precedentes. Aunque es muy probable que el "monstruo" de Del Toro se parezca más al de Mary Shelley que ninguno de los retratados antes, con o sin el adorable Karloff. Cosa distinta es la capacidad icónica de ciertas imágenes y caracterizaciones, difíciles de sustituir en la hollywoodiense inmortalidad. 


martes, 11 de noviembre de 2025

Los tigres

La última de Alberto Rodríguez recupera para su filmografía al curtido y solvente Antonio de la Torre (casi seguro el actor que mejor ha elegido películas en su generación) y a la siempre magnética Bárbara Lennie para contar una de aventuras con pulso, escenario, personajes y ganas.

Los tigres son dos hermanos buzos (Antonio y Bárbara), inseparables en una peripecia vital jalonada de fracasos, pérdidas personales e inmersiones de riesgo. Gracias a una guion hábil y a una puesta en escena sin desequilibrios, las espectaculares secuencias submarinas empatan bien con la prosaica problemática cotidiana una vez en puerto: clásica pensión de divorcio, problemas de salud cada día más limitantes, peligrosa inexperiencia delictiva...  

Como suele suceder en las de este director, la historia no se pasa de original, pero interesa en todo momento por su narrativa, clásica y firme. Con Los tigres, a Rodríguez le sale una buena peli de aventuras bajo el agua y desventuras en tierra firme, con grandes actores, estupendas elipsis y mucho ritmo.   

Pantalla grande.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Los Domingos


El panorama está tan avinagrado en el espacio público (el cine también pertenece a ese espacio), que una película española actual sobre la vocación religiosa, o con personajes que no solo profesan sino que son "profesionales" en la Iglesia, ya parece una obra maestra con tal de que no retrate al cura como un rijoso y a las monjas como intransigentes o malvadas. Invita al pasmo que Los Domingos deje a varios familiares y amigos de la protagonista en territorios limítrofes con la comprensión, la curiosidad, la complicidad o el respeto hacia los delicados asuntos de la Fe. 

La premisa de Los Domingos debe conocerla ya todo España: una jovencita de diecisiete años manifiesta ante su familia el deseo de convivir con una congregación de monjas de clausura, para terminar de resolver así su etapa de "discernimiento vocacional", que ha empezado hace meses sin el conocimiento de nadie de su entorno más próximo.

A partir de aquí, se suceden las reacciones, los interrogatorios, las maniobras de unos y de otros para disuadir o facilitar la huida o el ingreso en la orden religiosa y el convento de tales monjas. Los no creyentes que quieren a la muchacha (excelente Patricia López Arnaiz) no saben como manejar el asunto sin ser tajantes, otros (el padre estupendamente encarnado por Miguel Garcés) se limitan a ser testigos, algunos (como el cuñado Juan Minujín o la abuela Mabel Rivera) buscan que la elección de la joven se ciña al amor a la familia frente al amor a Dios. 

Y en medio, el devenir de la vida no contemplativa, con sus créditos, sus deudas, sus problemas familiares y de pareja, sus fallecimientos inesperados. Cosas todas que cualquiera de nosotros es capaz de entender y sufrir, frente al asombro por incomprensible que produce esa otra vida aislada, casi evanescente de una congregación incapaz de entender (tampoco lo pretende) el mundo de fuera, que solo sabe y puede rezar por él.  

La película, pausada y bonita, de sobria puesta en escena e intérpretes magníficamente escogidos, cuenta además con un empleo de la música tan cuidadoso y pensado como el guion. Creo que Los Domingos se llevará unos cuantos premios esta temporada y que, en la recogida de alguno de ellos, alguien echará ese respeto (tan logrado, tan necesario) a perder.

viernes, 31 de octubre de 2025

Una casa llena de dinamita

Kathryn Bigelow es una cineasta muy notable que en este nuevo milenio ha estrenado sus películas a cuentagotas, y estamos hablando de artefactos muy potentes, En tierra hostil, La noche más oscura, Detroit... Una media ponderada de cinco años separan sus títulos mayores, aunque tuvo otro par de maravillas en los noventa (Días extraños y Le llaman Bodhi). Dirige como nadie cine de acción con poso, no de mamporros por mamporros. En eso es desde siempre una rara avis en Hollywood, tan rígido en sus encasillamientos (cine de hostias dirige un tío, cine sensiblero dirige una tía).

Desconozco si la filmografía más bien corta para una setentona se debe a un bullying profesional, un carácter difícil o una selección escrupulosa de los proyectos, ya no sigo estos detalles de la carrera de nadie. Pero ha llegado hasta aquí rodando, rodando bien y sin que le falten recursos. En esta nueva Una casa llena de dinamita Netflix pone la pasta para hacerla, un estreno técnico lo más rápido que se permita y al streaming.

Así que ella ha hecho algo que no se resienta demasiado por la reducción de la pantalla en la que la veas. Se pega a la historia, los personajes y el ritmo, eso siempre ha sabido hacerlo estupendamente y el resultado te atrapa y no te suelta hasta el final. 

No es de sus grandes títulos. Tiene un arranque formidable que se desarrolla durante cuarenta minutos con una brillantez que presagia más. Luego deja de sorprender, se instala en la idea inicial exprimiéndola, aunque sigue enganchando por su nervio indudable. 

En cuanto al presidente ficticio de los Estados Unidos, empieza a estar manido recurrir a un afroamericano. Hubiera sido más inquietante mantener su ventana de videoconferencias en negro, con una voz no conocida del público dando vida al hombre con más ojivas nucleares de la Tierra, esa Tierra que naturalmente es nuestra casa llena de dinamita. 

Merece verse, como todas las de Kathryn.

miércoles, 15 de octubre de 2025

Todo a la mierda en todas partes

 

He empezado a ver Todo a la vez en todas partes

Me he atascado en la parte contratante de la primera parte (pero ay, sin Groucho).

lunes, 13 de octubre de 2025

La última noche de Diane Keaton

Hay que estar muy segura del propio talento para no tomárselo demasiado en serio, teniendo para regalar. Y la industria de Hollywood tiene un problema (uno de tantos) si es capaz de malgastar a semejante actriz durante casi veinte años. 

Diane Keaton hizo el gamberro con Woody Allen en cuantas películas disfrutaron de la complicidad del actor-directos y la actriz-musa. Fue alternando coñas como Sueños de un seductor, El dormilón o La última noche de Boris Grushenko, con las dos primeras de El padrino de Coppola. Se hizo una interpretación de las que sostienen una película entera en Esperando a mister Goodbar. Regresó a Allen para recoger el Oscar por Annie Hall, además de lucirse en Interiores y Manhattan. Se enredó con Warren Beatty (en cuyas yemas de los dedos querría reencarnarse Allen), haciendo la mastodóntica Reds. Para entonces solo tenía 35 años.

Llegó hasta el final del siglo con algunos triunfos más en la culata: varias de Allen, el último Padrino de Coppola, algunas comedias románticas y dramas de razonable calidad y éxito comercial, en las que compartía cartel con otros grandes como su amiga Meryl StreepJessica Lange, Sissy Spacek o Albert Finney. Hasta productos ligeros y ñoños como Baby Boom, vehículo comercial de libro, o remakes tan innecesarios como El padre de la novia y su inevitable secuela le salían con facilidad.

A partir del 2000 la llamaban para más de lo mismo. Ella lo manejó con elegancia y se hizo hueco en esos repartos corales de este nuevo siglo, con estrellas varias de la misma quinta demasiado maduras para el listón hollywoodiense de protagónicos, no digamos ya los femeninos. 

No obstante, aún se dio el gusto en 2003 de hacer un divertimento con Jack Nicholson, ligarse creíblemente a Keanu Reaves y -trece años más tarde- componer para Sorrentino una monja tremebunda en El joven Papa. Seguía trabajando, luciendo ese look que se inventó ella misma e hizo evolucionar sin imitadoras, derrochando sonrisa y mirada bella y aguda. 

Anoche pusimos en mi casa Misterioso asesinato en Manhattan en su memoria. Diane podría llevar con soltura la gorra de poli de la mujer que comparte la cabecera de este blog y mi vida. Ambas investigarían un crimen de vecindad con igual tesón, inconsciencia y gracia, todos los que estábamos viendo la película lo vimos claro. Así que fue una noche agridulce: Diane se ha ido, pero aún discuto y río con la única que está a su altura.

Adiós, chica de la corbata.

(Retrato de Diane Keaton realizado por el gran José Luis García).