domingo, 10 de agosto de 2025

Misterioso asesinato en la montaña

 

Las comedias francesas entrañan riesgos. Mi añorado amigo Pepe G. Berdoy “Atticus” solía decir que cuando una comedia francesa se vendía con el marchamo “un millón de espectadores en Francia” salía corriendo en dirección opuesta. Y lo entiendo, porque cuando los galos se ponen graciosos en el cine, son casi peores que los españoles poniéndose graciosos desde que murieron Berlanga y Azcona: el horror.

Aquí Franc Dubosc, actor protagonista y director, encara su tercera película después de dirigir una más que digna (Sobre ruedas) y otra discretita, al borde del aprobado aunque con esos vicios inequívocamente franceses (Rumba terapia). En esta tercera que dirige y protagoniza, el título de Misterioso asesinato en la montaña es una chocante traducción de Un ours dans le Jura, o sea, de un oso en el departamento francés (montañoso, eso sí) llamado Jura. 

Yo creo que alguno de la distribuidora (lince, que eres un lince) pensó que sonaba como otros “misteriosos asesinatos” estrenados por directores-actores de talento, como Woody Allen en el Manhattan de los 90 y le pareció todo mejor hilado comercialmente hablando, para un público talludito (que es el que había en la sala, sí).

De por qué se tragan estos sapos los autores de las películas ya hablaremos otro día. Vamos ahora al turrón. La tercera comedia francesa de Franc Dubosc es francamente buena. Como dijo nuestro acompañante más joven, es divertida sin ser cutre. Y eso lo resume bien, porque en medio de la trama (original, intrigante, coherente y divertida) el guion no se olvida de las piezas más esenciales. Vamos, que se vuelca sobre una galería de personajes bien dibujados con los que se puede empatizar (estupendos el propio Dubosc, pero también Laure Calamy, Benoît Poelvoorde, Joséphine Meaux). 

Hay muy pocos clichés instrumentales (la adolescente, la madame, el sicario, el narco) y sí mucha verdad en el matrimonio en caída libre con niño “perfectamente normal” y, sobre todo, en esos policías de pueblo con problemas de personas corrientes que -a pesar de los pesares- saben hacer bien su trabajo.

Si los Coen siguiesen formando tándem, la disfrutarían. Quizá hasta comprasen los derechos de un remake a la americana. Nosotros simplemente nos lo hemos pasado bien con una buena comedia francesa. 




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