Hasta TVE ha tenido esta vez más
reflejos que yo programando una película de Carlos Saura. Mejor un ciclo, ya os lo
digo. Porque la carrera de Saura es apabullante. En los 60 Los golfos, La caza, Peppermint frappé, La madriguera. En los 70 El jardín de las delicias, Ana y los lobos, La
prima Angélica, Cría cuervos, Elisa vida mía, Mamá cumple cien años. En los
80 Deprisa deprisa, Bodas de Sangre, Carmen,
El amor brujo, El Dorado, La noche oscura. En los 90 Ay, Carmela, Sevillanas, Maratón, Flamenco, Tango, Goya en Burdeos.
Para entonces ya hace tándem con Storaro, el mejor director de fotografía de
Europa. Y en este siglo, siguen títulos menores, documentales sobresalientes,
teatro, ópera, obra fotográfica y hasta novelas.
Más de cincuenta películas importan aquí, con cerca de una docena que alcanzan el mítico 8 y medio de nota. Por calidad, oportunidad temática, impacto, interpretaciones o belleza plástica. Saura era un hombre completísimo, muy capaz, con ojo para filmar, oído en la música y tacto al teclado.
Un gigante, un artista total como
lo eran Fernán Gómez, Buñuel, Berlanga y tantos otros que ya se han marchado a
la tamborrada. Buen viaje, maestro sonriente.
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