Los Vengadores han arrasado otra
vez en taquilla, aunque teniendo en cuenta el porcentaje de salas que copan
ellos solitos, ya no se sabe el mérito de la película misma en la hazaña. Al final,
de todas todas acabas viéndola.
Éstas de Marvel empiezan a ser
tradición de grupo, en mi caso el que formamos mi hermano, mi sobrino y yo, que
por lo general salimos entre rebotados y de chunga, tipo “¡¡¡pero qué me estás
contando!!!”.
Por desgracia, esta vez la vi
sólo, y los sentimientos encontrados me acompañaron a casa sin compadreo
inmediato.
Los Vengadores son simpáticos, es
verdad, batallan demasiado (en minutos de metraje), pero tienen su punto
gracioso. Los guardianes de la galaxia también. Spiderman otro tanto. Y luego
hay que añadir algunos más solemnes (Black Panther, Doctor Extraño) o sin
definir (el Soldado de Invierno). La lista es larga, demasiado. No todos pueden lucirse
aunque arreen lo que sea menester. El malo y sus secuaces son pocos y cabrones.
Pues bueno. Y también cubren el expediente, pues vale.
Pero todo es tan reiterativo, tan
básico (incluso en los rotos del guión), tan irrelevante hasta cuando se pone
trágico, que ya produce cierta fatiga. Mi sobrino tiene la edad idónea para
disfrutarla y añadiría unas cuantas palabrotas a mi crítica, no digo más.
Así que la próxima en grupo, pero
en pantalla de TV grande. Para hacer unas risas como las del whatsapp de
regreso a casa. Mi hermano y mi sobrino ya la habían visto y nos imaginábamos a
Thanos en la recogida de la aceituna, que los tres conocemos bien. “Ese
chasquea los dedos y caen todas las aceitunas sin dar un palo” “Y la mitad
directamente convertidas en aceite”…. Así hasta casa.
Como diría Kike: "Infinity mis huevos".
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