martes, 17 de diciembre de 2013

Películas del año: La Gran Belleza


Con una terraza como la de Gambardella frente al Coliseo, solo existían dos opciones: ser un gran novelista o un gran mundano. Pero él se ha convertido en esa especie de Capote heterosexual que hubiese escrito A sangre fría a los 25 y después nada, el gacetilleo con caché y la mejor agenda frívola de la ciudad.

Roma y ese bon vivant con terraza que acaba de cumplir 65 es todo lo que necesita Sorrentino para soltarnos su versión de la Dolce vita seis décadas después de Fellini y titularla la Grande Bellezza.

Grande en sus extravagancias, en sus mentiras piadosas y en sus vanidades crueles, en su decadencia lenta pero inevitable, en su profunda desolación, en su silencio que amanece, en su belleza abrumadora.

Gambardella nos hace de cicerone por la ciudad eterna en un carrusel de situaciones desaforadas o melancólicas, de cinismos y ternuras, de irreverencia y búsqueda. 

Gambardella: Elegante y noctámbulo, inteligente, superficial, generoso e hipócrita, sensible y despiadado, construyendo consigo mismo esa novela sobre la nada que se le resistió a Flaubert y descubriéndolo tarde, como Gil de Biedma al asumir que no quería ser poeta sino poema. 

Roma es la ciudad perfecta para entender cosas así. Su belleza se pone de tu parte hasta destruirte. Y este homenaje a su voracidad es una de las grandes películas del año.


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