Los hermanos Pastor tienen talento, es indudable, pero mucho mayor en la dirección que en los guiones. Eso para Netflix importa quizá menos, porque su prioridad parece estar en el acabado y ahí Hogar brilla sin cicatería. Ésta es una producción con empaque técnico y artístico, partiendo de un reparto solvente y localizaciones cuidadosas (aunque el piso barato lo sea hasta que no parece sólo un retroceso en el estatus, sino en el tiempo).
Es la filosofía americana de esta industria: La historia puede ser mediocre, pero un envoltorio adecuado la llevará un par de peldaños más arriba. No para que se considere una gran película, pero sí al menos un entretenimiento más que aceptable. Eso le pasa a Hogar, que tiene reminiscencias claras de películas muchísimo mejores (Parásitos, El autor y Mientras duermes), aunque se defiende bien en el ranking Netflix de riesgo.
Si nos fijamos en sus verdaderos triunfos con apellido, Scorsese fue financiado para hacer de Scorsese, los Coen para hacer de los Coen, el mexicano Cuarón coló Roma porque es inclasificable (y porque "asesoró" en Mowgli, la leyenda de la selva de Serkis, también para Netflix).
Bajando a los locales, Sánchez Arévalo fichó para hacer una muy de Sánchez Arévalo y Cobeaga para una de las suyas, ambas en versión aseada pero económica. A Los Pastor les ha pasado otro tanto, aunque la partida presupuestaria les luzca más que a sus compatriotas por no ponerse esta vez distópicos. En fin, que necesitan un guionista. Y Netflix más voluntad de riesgo, ahora que Disney se ha metido en el negocio del streaming.
Por el momento, en espera.
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