Su trasfondo de terror puro
lastra esta intriga cuya muy solvente producción, en manos de González Molina, queda limitada a dos actrices bien elegidas, a la corrección de formas y a unos escenarios soberbios. No
es bastante para "El Miedo", porque durante dos tercios del metraje se nota que
el principal problema es la falta de emoción. Sucede prácticamente en todo lo
que antecede a la terrible madre de la inspectora.
Las pesquisas policiales,
detalladas y con su lógica, parecen responder más a la tramitación y lectura de
expedientes, que a descubrimientos espeluznantes de hechos del presente y del
pasado, relacionándose entre sí y pegados a la nuca de la protagonista para mayor
inquietud.
Aquí la inquietud no llega hasta
ver por primera vez a Susi Sánchez
con el largo pelo blanco y una sonrisa que hiela la sangre. Pero es salir ella de
escena y la narración vuelve a aplanarse. No ayuda la desigual fortuna
interpretativa de algún que otro actor con personaje muy próximo a Marta Etura. El marido gringo es demasiado
blandito y el compañero de investigación matiza poco la expresión de datos y
opiniones hasta bien avanzada la trama.
Escenas que anticipan horrores,
como la de la vecina confesando veleidades brujiles, la asistente de partos
inquietantes, la cuna abandonada o las tumbas familiares, se quedan cojas por
falta de nervio, pistas ocultas y luego reveladas o un enfoque mejor. Las
hermanas de la inspectora se desaprovechan (¡después de lo que sucedió en la
anterior trama del Batzán!), los duelos de jurisdicción o peso en el mando de
equipos policiales, el enigmático juez… Se queda uno sin saber qué son caminos malamente
cegados por el guión y qué son cabos tendidos para la película desenlace.
Y eso que el guionista es Luiso Berdejo (REC, La trinchera infinita). Será la fidelidad obligada y lineal a la trilogía de Dolores Redondo
o trabajar en solitario lo que ha aplastado su talento. Eso y la dirección,
correcta hasta el hieratismo.
Menos mal que vuelve Susi Sánchez en el último tramo para poner los pelos de punta sin
ayuda de nadie.
Estamos en manos de Susi.
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