jueves, 30 de septiembre de 2021

Día sin Cine

Ayer murió Antonio Gasset, el insustituible director y presetador del programa Días de Cine, de TVE, que ya en los años 90 apuntaba maneras en lo de maltratar los mejores programas de su parrilla (Documentos TV, Metrópolis, Días de Cine...)

Gasset se reía ante la cámara de aquel maltrato: había sido actor, guionista y montador, sabía lo que vale un "monigote", unas páginas llenas de tachones y un trozo de celuloide en la papelera. Y que "los idiotas segirán siendo idiotas, proyectemos lo que proyectemos".

La última vez que le vi en persona, hace pocos años, fue en El Cook, escuchando la tertulia noctámbula  sonriente y silencioso. Se le veía mayor, pero en forma. 

Se ha ido otro grande.

 



martes, 21 de septiembre de 2021

Sacristán de sacristanes

 El último de los grandes, José Sacristán, Premio Nacional de Cinematografía. 

Su discurso, su saber estar, su voz magnética:
 

 

 

Y una cancioncita en su honor, del gran Goñi:


domingo, 19 de septiembre de 2021

Cinco películas con Mario

Mario Camus, director de cine fallecido ayer, empezó en el oficio en los sesenta, lo que para mí no es ningún demérito, pues cada uno empieza cuando le toca en edad, no en régimen (a ver si nos vamos enterando, o los tachamos a todos aquí y en el planeta tierra). 

Estaba aún en la veintena cuando dirigió Young Sánchez, con "Nuevo Cine Español" (siempre hay un "nuevo" cine en casa despegando), con clase obrera, con Barcelona y con boxeo. En blanco y negro neorrealista, la película es impropia en madurez y claridad para un tipo de 28 años, aunque entonces 28 eran lo que ahora 35. No era la primera, antes se había marcando Los farsantes en el mismo año. Piden ambas revisión inmediata, a ver esa TVE.

Después nos regala Con el viento solano, un drama español de primera, donde la gitanería se encarama a los altares cinematográfcos que merece y rara vez alcanza. Antonio Gades  hace su primer gran papel en el cine. No lo descubrió Carlos Saura, sino Francisco Rovira Beleta y Mario Camus

Se curte en series de televisión como Los camioneros, Curro Jiménez (la escuela de toda una generación de estupendos cineastas, Pilar Miró incluida) y la mejor pieza televisiva de la historia de España (pública y privadas): Fortunata y Jacinta, basada en la obra cumbre de Benito Pérez Galdós.

 

De hecho, en los años ochenta, Camus demuestra que cuando maneja un texto literario de calidad sideral, muy pocos adaptadores de la novela al cine pueden toserle en el mundo audivisual entero. Para muestra, sus dos obras maestra de los ochenta: La colmena (basada en la novela de Camilo José Cela) y Los santos inocentes (basada en la de Miguel Delibes). Ambas son un prodigio de dirección, guión, intérpretes, dirección artística, banda sonora y montaje (que es lo que hace a una película grande, dejémonos de mierdas).

 


Camus salta de década y, ya talludito, se saca de la manga en 1997 una película mágica, inesperada, deliciosa: El color de las nubes. Con una actriz salvaje, un doblador metido a señorito resentido y unos niños milagrosos que hablan de una guerra en la que Europa se puso de perfil (como suele).

Tambien salta de milenio y sigue en activo hasta 2007, haciendo un par de obras correctas (ya no tiene aquellos materiales de partida de calidad sublime y guonistas tan leídos y solventes). Se retira discreto, sin pecar de jarrón chino del cine. Y ayer se muere. Quedan unas obras a sus espaldas de quitarse el sombrero. Sobre todo, cinco. 

Grande, Mario Camus.

jueves, 16 de septiembre de 2021

Nostalgia de Donosti

 

Cuando vuelva al Festival de Cine donostiarra, ya para septiembre de 2022, habrán pasado 10 años desde mi última vez. Una señora década. Una década de prodigios familiares, de múltiples viajes, agencias de comunicación, artículos, revistas, novelas, habanos… y una pandemia.

Entonces, en 2012, éramos notablemente más jóvenes y locos, capaces de empaquetarnos cinco y seis películas diarias, aunque a veces fuesen tres o sólo las de competición, porque valían igualmente la pena las actividades fuera del Kursaal, de los Teatros Principal y Victoria Eugenia.

San Sebastián es el rey de los festivales de cine de España. Málaga es ya imprescindible, Sitges divertidísimo, Mérida coqueto e irreductible… Pero en ninguna parte he disfrutado lo que aquel año con la pandilla de mi amigo David, que la compartió conmigo desde el minuto uno con la generosidad que le adorna. Los Tonis, José Manuel, Carlos, la representación argentina y tantos otros más..

Radio, posteo, cigarrillos con jurados ilustres, sala de prensa, hotel María Cristina, taquilla, entrevistas delirantes a actrices maravillosas, charlas impagables con críticos avezados, desayunos y comidas a la vasca, una enfermera cinéfila que me curaba el roto del brazo cada día, fiestas con y sin invitación (o con invitaciones ajenas), encuentros inesperados (“vas a interpretar a Dios”), votaciones y carreras, disco y playa.

En fin... Prometí hacer un texto a la garciana manera, de nostalgia, emoción y cine puro, pero no me ha salido. Tengo tanto que atender estos días que por eso me quedo sin Festival otro año, en su 69 edición, maldita sea, con el juego que daba esa cifra mágica.

Ahí van algunas fotos de aquellos tiempos felices, realizadas por Carlos Torres Checa, David Garrido Bazán y yo mismo.  

Mañana empieza el Festival de Cine de San Sebastián de 2021. Disfrutadlo y contádmelo. 














 

domingo, 12 de septiembre de 2021

Hay sábados de gloria

Sin mallas ni calzón por fuera, sin villano que quiera reventar el planeta porque sí. Sin amenazas alienígenas o de zombies o de secta post-apocalíptica. Sin vecino sicópata, ni causas a la moda metidas a capón (esos empoderamientos de todo signo que por consejo de la junta de accionistas van salpimentando cada guiso occidental, aunque ya solo comamos de microondas). 

Sin marines hipertecnificados, ni polis expeditivos capaces de mandar al pedo un coche requisado a golpe de placa y todos los que se le crucen en la persecución (en la que encima el malo escapa, porque aún queda media peli). 

Pero también sin melosidades en calle newyorkina con frutería, ni familias en "modo Aspen" que preparan una boda llena de divorciados y Diane Keaton. En fin, sin eso que mis amigos de Hispanoamérica llaman con sorna los "probemas del primer mundo". 

Dicho de otro modo: sin cine Goliat, un sábado cualquiera, como por ejemplo, ayer. Resulta que escogiendo entre "davides", el milagro del cine también es posible.

 El insulto

(Ziad Doueiri, 2017, Líbano)


Cine a pie de calle, con tensión interminable alimentada de muertos, religiones mal entendidas, vecindad a dentelladas. Beirut, Líbano. La ciudad donde, cualquier año que pases por allí, quedan morterazos en las fachadas, gruas de reconstrucción, cortinas opacas contra los francotiradores. Y abundan los descastados y los ofendidos, cultos religiosos en minoria o refugiados a millones, con mala o buena prensa, pero polarizada en exceso. 

Y un juicio. Para dirimir esa disputa que las facciones toman por bandera ante el creciente desapego de los dos tipos que de inicio se faltaron al respeto por una memez. 

Lo de Oriente Medio se viene pareciendo a lo de todos, en la versión más descarnada: la reconciliación es posibe de uno en uno, pero el odio de clan (confesión, partido, comunidad), prevalece como lo único que, paradójicamente, queda siempre a salvo pase lo que pase.

 Cold War 

(Pawell Pawlikowski, 2018, Polonia)

 
El amor que sugió del frío, el bello folclore polaco hasta si se cercena con consignas. 
 
Encuentros y desencuentros, renuncias y apetitos, música, danza, teatros "del pueblo", bares parisinos, buhardillas bohemias, mujeres y versos, ciudades empedradas de jazz, campos soleados donde tumbarse y hablar de traición. Años en el lomo. 
 
Un prodigio de hora y media.
 

jueves, 9 de septiembre de 2021

Morriñax

Toca pastillita.. o pastillazo.

Tú decides... o eso crees.

lunes, 6 de septiembre de 2021

Belmondo


Moebius, Jean Giraud para los seguidores del teniente Blueberry, siempre dijo que Belmondo inspiraba a su personaje más universal y si se revisan los cómics en los que empezó a construirlo no se puede estar más de acuerdo.

Belmondo tenía pelazo, patillas, boca sensual, nariz de boxeador, mirada irónica. Y arrancó como un meteoro en los 60, cuando la Nouvelle Vague dio la vuelta al mundo, empezando con Godard (À bout de souffle), con Truffaut... y Belmondo por fetiche. 

El actor participó además en un De Sica oscarizado, Dos mujeres, y se animó con Agnès Varda (Las cien y una noches), Rene Clement (¿Arde París?) y Jaques Deray (Borsalino, entre otras muchas), mano a mano con Delon, el otro francés de su talla, aunque más guapo y polar, mucho menos simpático.

Belmondo te hacía lo mismo un solitario con pistola, que un tipo corriente metido en apuros aventureros, que un personaje de arte y ensayo, que un enamorado suicida, que un papel de superproducción, que un artista invitado, que una composición teatral. Todo sin petulancia ni alardes metodológicos, al menos visto desde aquí.

Los indios de viñeta llamaban al teniente Blueberry "Nariz rota", pero nos dejaste con las ganas de ese western a la francesa. Supongo que pensabas que ya teníamos bastante. Au revoir, Belmondo.  

Lunes british en media Europa

En esta clase de lunes, Tommy Lee hacía malos con insultante facilidad, Sean no moría al final (o antes), Sting seguía intentándolo y Melanie brillaba con cualquier peinado y su belleza urbanita maravillosamente loca. 


Una vez conocí a una chica en un tren a Ávila que se parecía a Melanie en esta peli. Fue cuando no había smartphones y todos éramos más jóvenes que Sean, incluso Sean. 


También estaba nublado fuera de aquel bar de desayunos junto a una pelirroja desconocida y trasnochada. Pero, como diría el gran "Moustache", esa es otra historia.

¡Feliz lunes de tormentas!


jueves, 2 de septiembre de 2021

La casa del caracol


El guión del caracol, la tensión del caracol, las interpretaciones del caracol, la verosimilitud del caracol, las sorpresas del caracol, el montaje del caracol....

Javier Rey comete su primer error flagrante, Paz Vega por desgracia ya nos tiene acostumbrados.

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Free Guy

 
Y llegamos a septiembre, coleando en cartelera todos los refrescantes e inocuos polos de sabores que han esperado en las salas a que alguien se dignase entrar, aunque fuese con mascarilla y, más que por la pelicula en sí, por el aire acondicionado en un verano especialmente caluroso. 
 
La cosa no ha dado para mucho. También el blockbuster de la temporada estival, un fenómeno que estrenó nada menos que Tiburón de Spielberg, ha ido decayendo década tras década, para acabar convirtiendo los meses de vacaciones en un cúmulo de ideas menores, saldos descarados y chatarra de gran cilindrada y poca huella.
 
Cuando fuí a ver ésta, se estrenaban la 2 del conejo, la 2 del bebé jefazo, la 2 de space jam (pero sin Jordan), el reboot del escuadrón suicida, el remake de Candyman, el remake de Santiago Segura de una francesa similar a A todo tren destino Asturias,  las adaptaciones al cine de las emblemáticas teleseries de D´Artacan y La Patrulla Canina,... en fin, un derroche de creatividad arrolladora, plagada de "novedades".
 
En semejante contexto, Free Guy parece hasta original y con su miajita de riesgo (porque barata no es). Aunque, si has visto El show de Truman, ésta en la que un personaje de videojuego no sabe que habita en uno pero siente la necesidad de revelarse te sonará en esos y otros pilares de su planteamiento. Luego se le enchufan al guiso sus buenas dosis de ritmo, estilo visual efectista y efectivo y a Ryan Reynolds, cuyo humor tirando a sarnoso encaja en casi todo el metraje (sólo en la escena con Channing Tatum la cosa se pasa de frenada, como en películas peores de Ryan).
 
Free Guy se ve con agrado, aunque está algo inflada (en hora y media funcionaría mejor). Y no deja huella, ni para los jugones ni para los adictos a aventuras salva-mundos ni para quien tenga afición al romance con comedia, que de eso también tiene lo suyo. Pero funciona como cóctel veraniego más que como simple polo de limón. 
 
El verano que viene o el siguiente nos atizan su secuela. Y el videojuego para consola estará al salir. Pero en fin, por suerte todo eso sucederá en otro verano propio del siglo.