domingo, 12 de septiembre de 2021

Hay sábados de gloria

Sin mallas ni calzón por fuera, sin villano que quiera reventar el planeta porque sí. Sin amenazas alienígenas o de zombies o de secta post-apocalíptica. Sin vecino sicópata, ni causas a la moda metidas a capón (esos empoderamientos de todo signo que por consejo de la junta de accionistas van salpimentando cada guiso occidental, aunque ya solo comamos de microondas). 

Sin marines hipertecnificados, ni polis expeditivos capaces de mandar al pedo un coche requisado a golpe de placa y todos los que se le crucen en la persecución (en la que encima el malo escapa, porque aún queda media peli). 

Pero también sin melosidades en calle newyorkina con frutería, ni familias en "modo Aspen" que preparan una boda llena de divorciados y Diane Keaton. En fin, sin eso que mis amigos de Hispanoamérica llaman con sorna los "probemas del primer mundo". 

Dicho de otro modo: sin cine Goliat, un sábado cualquiera, como por ejemplo, ayer. Resulta que escogiendo entre "davides", el milagro del cine también es posible.

 El insulto

(Ziad Doueiri, 2017, Líbano)


Cine a pie de calle, con tensión interminable alimentada de muertos, religiones mal entendidas, vecindad a dentelladas. Beirut, Líbano. La ciudad donde, cualquier año que pases por allí, quedan morterazos en las fachadas, gruas de reconstrucción, cortinas opacas contra los francotiradores. Y abundan los descastados y los ofendidos, cultos religiosos en minoria o refugiados a millones, con mala o buena prensa, pero polarizada en exceso. 

Y un juicio. Para dirimir esa disputa que las facciones toman por bandera ante el creciente desapego de los dos tipos que de inicio se faltaron al respeto por una memez. 

Lo de Oriente Medio se viene pareciendo a lo de todos, en la versión más descarnada: la reconciliación es posibe de uno en uno, pero el odio de clan (confesión, partido, comunidad), prevalece como lo único que, paradójicamente, queda siempre a salvo pase lo que pase.

 Cold War 

(Pawell Pawlikowski, 2018, Polonia)

 
El amor que sugió del frío, el bello folclore polaco hasta si se cercena con consignas. 
 
Encuentros y desencuentros, renuncias y apetitos, música, danza, teatros "del pueblo", bares parisinos, buhardillas bohemias, mujeres y versos, ciudades empedradas de jazz, campos soleados donde tumbarse y hablar de traición. Años en el lomo. 
 
Un prodigio de hora y media.
 

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