Ayer vimos en casa TIBURÓN, el clásico entre los clásicos que lleva cocinados el gran Spielberg.
Todo el mundo recuerda a la rubia
en pelotas del prólogo (pobriña) y la cacería final en el mar, con
"hijodeputa" incluido (para la España de entonces, oír aquello en
pantalla fue el no va más). Pero en estos días extraños, lo
que tiene más miga es lo que sucede después de la rubia y antes de la caza.
En imagen, discutiendo sobre la
pertinencia de alertar del devorador de hombres al inicio de la temporada
veraniega en un pueblo que vive de ella, el político, el científico y el que
media entre los dos.
Extrapolen, simplemente.
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