El reparto idóneo, el logrado humor y un ritmo agilísimo mejoran significativamente esta comedia romántica cada vez que se pasa de rosca en los encadenados musicales de mucho quererse. Álvaro Cervantes y Susana Abaitua (la chica rebelde de 4 latas, esta vez morena pero igual de atractiva), tienen química de sobra y resuelven muy bien sus papeles, haciendo creíbles hasta los momentos más dudosos.
Pero la función es del gallego Luis Zahera, uno de esos "característicos" que se contratan para dar cuerpo y verdad al personaje que la historia necesite con tal de apuntalarse. Esta vez Zahera tiene el papel más importante después de la pareja y el mejor, de largo. Desde su primera aparición, se adueña de lo más autentico de la película en comicidad y en emoción, demostrando cómo se puede pasar de una a la otra en una sola secuencia con la ayuda de unas sencillas batas blancas y talento actoral a borbotones.
En general, todos los personajes tienen momentos de lucimiento, aunque algunos caminos para conseguirlo estén más que transitados. Pero el director Dani de La Orden y sus guionistas se las arreglan para salpicar lo más convencional con detalles impagables, sean de Zahera, Eduardo Antuña, Clara Segura o los que están a cargo de Alberto San Juan en el último tramo. Su personaje, divertido a más no poder de tan detestable y bien ejecutado, se dosifica gracias al montaje con la precisión que requiere un previo a ese final que no inventa nada.
Con San Juan como contrapunto, De La Orden consigue de nuevo su propósito: que el pasteleo casi dé igual, porque has llegado a los aplausitos con una sonrisa en los labios y en el "happy end" ya puedes hacerte el loco de buena gana.
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