Pareció que del joven y apuesto padre de familia austriaca de Sonrisas y lágrimas pasara a hacer de viejo científico, viejo gay, viejo multimillonario, viejo nazi, viejo avaro... vieja gloria.
Es una percepción errónea, claro. La que nos dejan sus últimas prolíficas décadas de carrera y una memoria de pez para todo lo anterior, en la que solo consigue descollar la cursilada con la Andrews.
Lo cierto es que fue una presencia solvente en cintas históricas, bíblicas, bélicas o de intriga. Hasta a la comedias disparatadas de la saga Pantera rosa o las odiseas espaciales de Star Trek fue capaz de contribuir con su inmaculada presencia. Era un señor, que se fue especializando en papeles de señor. Y que se ha ido como un señor.
Buen viaje, viejo gentleman.
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