Os puede parecer una marcianada, pero cuando sé que a Netflix le ha salido un pastel bien cocinado, suelo demorar lo de hincarle el diente. Es como tener el comodín de la llamada, sin usarlo. Rastreas por la plataforma, viendo calidad ya amortizada y vista, o chatarra repetida en veinte categorías, o novedades muy publicitadas que huelen a moda de la peor estofa (un suponer: La vieja guardia, la nueva mierda). Tienes, en fin, muchas papeletas para pegártela, pero guardas tozudamente esos comodines que, como son pocos, te resistes a utilizar aún a riesgo de darte un costalazo por semana.
Sabes que Roma o Historia de un Matrimonio deben resarciste, como lo hizo El irlandés (comodín imposible de reservar). Pero henos aquí en plena hola de calor, mientras la pandemia del covid nos zarandea de forma evidentísima. La reclusión es ahora auto-impuesta y tienes que tirar del comodín de la llamada a cada paso. Así que me he zampado las dos.
ROMA.
Alfonso Cuarón sale de Gravity y convence a Netflix, para hacer una historia hablada en español y dialectos indígenas mexicanos, en blanco y negro y sobre un muchacha de servicio en familia burguesa del D.F. de los primeros años 70. ¡¡Y van y le dejan!! Claro que hubo de asesorar en El libro de la selva, esa netflixidea bienintencionada pero olvidable. Nada sale gratis.
En cualquier caso, Roma es un alarde de sensibilidad, puesta en escena, dirección artística, historia íntima y generacional, momentos escogidos (uno de ellos, atroz y brillantísimo), movimientos de masas, sutilezas y originalidades calculadas. Sólo la canción del incendio queda autoralmente impostada, siendo cicateros.
La historia del barrio, la sirvienta, la madre, la abuela y los niños malcriados pero realistas y hasta entrañables no se rueda ya en Hollywood con esos niveles de verdad. Bravo por Cuarón, que se puso mexicano hasta el tuétano para ganarlo todo. No me fallaste, wey.
HISTORIA DE UN MATRIMONIO
Noah Baumbach será ahora la última revelación de la industria, aunque es de la quinta del aclamado Wes Anderson, pero a mí apenas me sonaba como guionista de Fantástico Mister Fox. Aquí se lo ha montado bien, con la complicidad de Scarlett, que debía estar saturadita de cromas, aparte divorcio real en desarrollo. Adam Driver, que le da la réplica, demuestra también que vale para mucho más que un malo desafortunado en la "desescalada" Jedi según la entiende Disney con la calculadora en la mano.
Tampoco es que Noah invente el agua caliente, nos habla de una pareja rota pero civilizada, de la rama Broadway y Off lo mismo. Así que no sabes con certeza plena si los momentos de catarsis los sienten o los teatralizan. Pero todo rezuma buen gusto, finura de guión, guiños inteligentes (incluyendo los reivindicativos, que en ésta suenan oportunos en vez de oportunistas).
Faltan algunas explicaciones, aunque se las hubiesen tirado a la cara, con o sin abogados (muy bien Laura Dern y Ray Liotta, como suelen). Los motivos del declive sentimental se resuelven un poco esquemáticamente, porque hay apuntes de problemas de pareja que trascienden la abnegación frente al egoísmo o el trilladísimo patinazo sexual del varón.
Pero, en fin, Historia de un Matrimonio es otro comodín de lujo. Con un principio y final muy logrados, y un desarrollo que no trata al espectador como un mero ser clicante. Aunque, eso sí, hoy se me ha puesto cara de recién divorciado: "Y ahora qué".
No hay comentarios:
Publicar un comentario