Ha muerto ayer el señor Joel Schumacher (ayer o anteayer, que uno nunca sabe entre el cambio de horario y el cierre de las redacciones). Schumacher no es que tuviese una cinematografía apabullante, aunque sí aseada y con un buen puñado de méritos.
Pero tengo que retomar filmografías, paralelismos, guerras cinéfilas, estrenos o algo, porque este blog se está convirtiendo en una noche de difuntos.
Adiós, Joel, me quedo con tus: St Elmo punto de encuentro, Línea mortal, Tiempo de matar, El cliente, Un día de furia, Verónica Guerin y Un toque de infidelidad.
Muchos te van a recordar por los pezones de Batman. No lo tomes a mal, aquí en España -por ejemplo- somos muy de eso, aún con autores propios y de mayor fuste. Imagínate lo que importan estas simplificaciones aplicadas a un newyorkino de ascendencia sueca.
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